Él se sentó sobre mí. Como me hallaba en un vasto desierto y no tenía
patas, me creí una piedra. Cuando él se incorporó, tras descansar un rato, y
sacudió con sus manos la fina arena que me envolvía, descubrí con asombro que
yo era un cofre. Entonces, al ver sus denodados intentos por abrirme, comprendí
que lo valioso se encontraba en mi interior, y que allí escondía un tesoro.
Este microrrelato ha participado en el
I Concurso de Microrrelatos "Pluma, tinta y papel"
y ha sido seleccionado, junto a otros micros participantes,
para su publicación en papel.