domingo, 30 de enero de 2011

La tempestad

El vendaval se lo lleva todo: paraguas, sombreros y mentes. Solo quedan cabezas vacías sobre cuerpos huérfanos de almas. Es una tormenta infernal. El cielo se desploma y caen los ángeles, maliciosos, junto a la lluvia. Entonces la ira se desata en las alturas en forma de truenos y relámpagos. La batalla parece interminable, pero pronto llega la tregua. Los cielos se despejan y sale el sol. Los ángeles se evaporan y ascienden otra vez a las nubes, aguardando hacer otra vez de las suyas.


jueves, 27 de enero de 2011

La leyenda del Bagual


Dicen que, al caer la tarde, sus negras crines se confunden con el cielo, y sus ojos de fuego, con las estrellas más brillantes. De su boca surge un espumoso aliento que es como una bruma que te impide verlo hasta que lo tienes cerca. Y que es entonces cuando el corcel, retador, piafa en el aire con fuerza, corcovea indomable ajeno a los lazos que le tiras, se escabulle ante tus ojos hacia el monte para demostrarte que su destino es seguir viviendo en libertad.




lunes, 24 de enero de 2011

En armónica unión

Ella se había enamorado de su instrumento. Se sentaba con él entre las piernas y lo apretaba contra su pecho, para luego tocarlo despacio o con ávida furia. Él respondía con voz grave y melodiosa, emitiendo notas que la envolvían de placer. Los límites entre sus cuerpos desaparecían, se fundían en una única caja de resonancia.
Doscientos años después, el instrumento llegó a manos de un coleccionista solitario, atraído por la leyenda del “violonchelo con alma de mujer”.



domingo, 23 de enero de 2011

El laberinto

Era un laberinto de muros altos y macizos, creados para que solo se pudiese mirar hacia atrás o hacia adelante. No había recovecos oscuros ni puertas encubiertas; no había mayores enigmas, ni tramas ni enredos. Era un simple deambular girando en las esquinas, eligiendo al azar los caminos que se bifurcan, recostando la espalda en las duras paredes como fría tregua. No había minotauros ni monstruos. Era el afán de llegar al final del camino lo que apremiaba al viajero. Aunque, seguramente, otro peregrino podía preferir quedarse estudiando las grietas dibujadas en el muro por el paso del tiempo. O, tal vez, sencillamente mirar hacia arriba y observar que el cielo era el techo y las paredes del laberinto, los límites que nos creamos viviendo.


viernes, 21 de enero de 2011

Buena suerte

Siempre se creyó desafortunado por ser distinto a los otros. Desde pequeño lo señalaban con el dedo, burlándose de su condición. Se sentía un paria entre los tréboles por tener cuatro hojas. Hasta que un día una mano cálida lo escogió entre todos los demás y, acariciándolo, le declaró: “Es una suerte haberte encontrado”.

jueves, 20 de enero de 2011

Como Tarzán

Equivocaba su camino a cada paso que daba, pero volvía a comenzar siempre un peldaño más arriba, habiendo aprendido de las derrotas. Así había llegado, con el paso de los años, a lo más alto. Un día se encontró en una encrucijada: en la cumbre, avanzar significaba lanzarse al vacío. Se imaginó cayendo a turbulentas aguas y nadando hasta la orilla para adentrarse en la selva; percibió la intrépida emoción de columpiarse en las lianas hasta el próximo destino. Sin pensarlo demasiado, se despojó de sus ropajes y se lanzó a la aventura.

domingo, 16 de enero de 2011

La reina del espejo

Una parte de su cara es de plata fina y aterciopelada, como la oscura pátina que recubre la transparencia del cristal. La otra mitad de su rostro, clara y cristalina, es dónde tú te miras. La reina del espejo te atrapa, devolviendo solo tu imagen reflejada. Así te conviertes en su súbdito para siempre. 


jueves, 13 de enero de 2011

Rayo de sol

Antes de que la claridad engullese la noche, volvió a casa y se encerró en su cuarto. Se disponía a dormir cuando un rayo de sol atravesó las tupidas cortinas que cubrían la ventana, cerrada con persianas y postigos. Intentó rehuir de la hostigante luz acuclillado sobre la almohada (único reducto sombrío), pero casi al instante tuvo que refugiarse, reptando, bajo la cama. Molesto por el brillo reflejado en las baldosas, se escondió de un salto dentro del armario. Allí aguardó arropado entre las sombras, hasta que los destellos se colaron por la cerradura. Desahuciado, abrió la puerta dispuesto a morir chamuscado por esa chispa de sol que, sin embargo, solo lo envolvió en un cálido abrazo. Entonces comprendió que no era un vampiro, sino simplentente un hombre sumido en la más negra oscuridad. 

miércoles, 12 de enero de 2011

Intrusos

Los intrusos irrumpen en los sueños sin ser llamados, los extraños están ahí pero no son reconocidos. Ambos merodean en la nublada conciencia de la mañana, fisgoneando entre mis recuerdos, reemplazando imágenes caducas por sus espléndidas figuras; enunciando lo que siempre quise escuchar para acallar lo que nunca debí oír. Sus restos se ocultan en los frunces de mi improvisada cama, que yo me niego a sacudir, para no espantarlos. Doblo mis mantas, pliego los cartones y ruedo por las calles buscando basura. Todavía me pican los intrusos en la cabeza.


No es eso

No son tus ojos que miran suplicantes, tampoco tus manos implorantes en tu pecho, ni tan siquiera es tu voz enmudecida de espanto. No. Nada de eso me impide matarte. Solo me divierte. Tal vez por eso aún sigues viva.


viernes, 7 de enero de 2011

Eterno abrazo

Te acercaste a consolarme conteniendo mis lágrimas en tu hombro. Acariciaste mi pelo susurrando palabra dulces y me estrechaste contra tu pecho. Así, enredado entre tus brazos me regocijé un buen rato, hasta que intenté apartarme de ti, pero no pude. Me envolvías con esos intrincados hilos que tejes aprovechando mis debilidades; me atrapabas entre la maraña de excusas y culpas que creas intentando poseerme. Intenté zafarme pero tú apretabas cada vez más fuerte. Asfixiado busqué redención en tus ojos, y apresaste también mi reflejo.