domingo, 3 de abril de 2011

Salvación

El tigre dio vueltas y vueltas en su jaula hasta caer al suelo exhausto de desesperanza. Una mano inmensa (como la de King Kong o Dios) vino a rescatarlo; lo tomó delicadamente entre sus dedos para luego depositarlo en un frondoso vergel. El tigre dudó si eso era la selva o el paraíso.




3 comentarios:

  1. La trampa del optimismo, Sara. El hombre, al contrario que tigre se refugia detrás del optimismo para autoconvencerse - así lo define el diccionario y la filosofía - de que vive en el mejor de los mundos. La selva, como el mundo, como la vida ya no son lo que eran, pero puede ser el paraiso para quien no se ha dejado arrastrar por el mundo y ha decidido mantenerse vivo hasta el último minuto. No hay quien mejor guarde la vida que quien la da por perdida, sí, pero la muerte, como liberación y como mutilación del universo, puede esperar...

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  2. Claro que el cielo puede esperar, Amigo mortal. Hay tanto para hacer y para difrutar aquí todavía...

    Me alegra que te haya gustado, Torcuato.

    Besos para ambos.

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