Cuando voy a
visitar a mi madre te alegras. Excitada enciendes la radio, te calzas los
guantes y te pones a limpiar mientras tarareas tus canciones favoritas. Mueves
el pelo que te acabas de soltar junto a la ventana y desabotonas tu bata para
que la brisa te refresque mientras yo, desde el balcón de enfrente, te observo de soslayo. Y a pesar del guiño cómplice que adivino en el rostro de mi anciana madre, continúo rotundamente decidido a permanecer soltero
Algunos solteros lo son por redondeo al alza...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Algunos son solteros por naturaleza...
EliminarBesos.
Los hay a quienes ni les importa la oferta :)
ResponderEliminarMuy bueno, Sara.
¡Saludos!
Cuando no existe la demanda, la oferta se queda en una vana insinuación:-)
EliminarUn saludo.
Un hombre de firmes convicciones; más allá de los estallidos circundantes...
ResponderEliminarUn abrazo patagónico.
Parece que esos "estallidos" no lo amedrentan en absoluto...
EliminarUn abrazo mediterráneo :-)
Eso es a lo que yo llamo "firmeza" sabes lo que quieres y te mantienes en tu postura. Buen blog, saludos!
ResponderEliminarEn estas cosas somos como los niños, cuanto más nos obligan a hacer algo o están encima de nosotros para que lo hagamos, menos caso les hacemos...
EliminarGracias por la visita. Un saludo.
Y no cambiará de postura jaja
ResponderEliminarmuy bueno
un saludo
Y si cambia de postura, será porque encuentre al amor de su vida, que seguramente no coincidirá con los gustos de su madre :-)
EliminarUn saludo.
Muy majo el relato, Sara, me gustó. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Fernando. Gracias por tu visita y tu comentario. Un abrazo.
EliminarSara, ¡Qué bueno! Me ha despertado una sonrisa alegre este micro. Ese final tiene una sorpresa muy agradecida. Cuando no puede ser... no puede ser, aunque el mundo lo quiera.
ResponderEliminarMe gustó como vestiste este relato y lo desnudaste al final con esa sorpresa.
Un abrazo grande.
Me alegro que te haya despertado una sonrisa, Nicolás.
EliminarUn beso.
Me encanta ese guiño de la madre, que siempre son casamenteras por naturaleza, como si la soltería fuese un maldición, cuando, a veces, la maldición es lo contrario. Aunque yo creo que esa vecina, tan limpia ella, con sus guantes y todo, es una buena opción. Un beso, me ha divertido mucho.
ResponderEliminarSí, las madres son bien casamenteras. Eso sí, si no les gusta la nuera... :-)
EliminarUn abrazo.
Impecable, Sara!!!!
ResponderEliminarEl argumento un acierto, prosa limpia, gran giro final.
Siempre es un placer leerte
Un abrazo
Gracias, Patricia. El placer de tu visita es mío :-)
EliminarBesos.
Este micro me suena al 280 de Eskup. Como todos me impresionó y este en particular lo veo con envidia de futuro, no demasiado lejano. El espíritu no entiende de edades, nosotros lo hacemos envejecer.
ResponderEliminarUn beso Sara
Sí, Cormorán, es de aquella época. Todavía no lo había publicado aquí en mi blog. Tu comentario, como siempre, profundo y certero.
EliminarUn abrazo.
¡Vamos! muy decidido a permanecer soltero, aún a pesar del guiño complice. Muy divertido, Sara, me ha gustado.
ResponderEliminarBesitos
Es que todavía no ha encontrado el verdadero amor...
EliminarBesos.
Qué historia tan simpática, Sara. Ay, esas madres que se empeñan en buscarle sustituta al niño de cuarenta años...
ResponderEliminarEl niño de cuarenta jajaja. Es así justo como me lo imaginé...
EliminarUn abrazo.
Tratar de imponer a alguien no suele funcionar.
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