Sobre
el tocador, el pastillero marrón con las medicinas del día continúa aún sin abrir. La luna entra por la ventana y se le enreda en el pelo mientras Armida se
peina despacio frente al espejo. Suaves destellos plateados que recoge en un
moño en la coronilla con la peineta que un día le legó su abuela, y que ansía
que pronto, en cuanto se reúna con su amado Anselmo, herede su nieta.
wow... y espera sin tomarse sus medicamentos del día...
ResponderEliminarmuy bueno
saludos
carlos
Intenta restar días a la espera...
EliminarGracias, Carlos.
Un saludo.
Arreglada con una preciosa peineta, queda a la espera de reunirse con Anselmo.
ResponderEliminarme gustó. Un abrazo, Sara
Gracias, Albada linda.
EliminarUn abrazo.
Gracias por la ternura, Sara
ResponderEliminarY a ti, Patricia, por la visita.
EliminarUn abrazo.
La vida, tan larga a veces y tan corta otras. Muy tierno pero doloroso.
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