Me acuclillé hasta quedar a
la altura de la pecera y pegué mi oído al cristal transparente. La carpa roja se
acercó boqueando y me susurró: “quiero volar”. Entonces inflé un globo, metí el
pececillo dentro con un poco de agua, y me lo llevé hasta el mar. Ya en la
playa, al amparo de ese cielo inmenso que todo alguna vez se lo lleva, lo
solté. Por suerte el viento de levante facilitó las cosas y el globo se elevó
rápidamente hacia el interior, para luego perderse muy lejos entre las
montañas.
Ahora solo espero que cuando
el globo explotase (siempre al final explotan), lo hiciese al pasar justo
encima de un regato de agua.
Este texto participa en los Viernes creativos, de Escribe fino,
el blog de Fernando Vicente. Inspirado en esta foto de Gina Vasquez.
el blog de Fernando Vicente. Inspirado en esta foto de Gina Vasquez.
De lógica aplastante, el pececillo voló y luego caería al mar.
ResponderEliminarDeseo cumplido!
Una gran dosis de imaginación.
Saludos
Marinela
Muy bonito relato.
ResponderEliminarOjalá se cumpla
Besos
Me ha gustado.
ResponderEliminarUn beso.
Al igual que tu participo en viernes creativos de Fernando , me gustó mucho tu inspiración y me sorprende gratamente, enhorabuena
ResponderEliminarBesos muchos ♥♥♥
Pues no, explotó justo encima de mi traje recién sacado de la tintorería. Ya te vale...
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Hermoso Sara, el sueño del pez y el tuyo aunado en este relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Explotará sobre un riachuelo, nadará libre, y en sus saltos sobre el agua hará burbujas de colores que alegrarán a las hojas de los árboles del margen, dando alegría a los niños que chapotearán en ese instante.
ResponderEliminarUn abrazo
Un cuento hermoso y cargado de buenos deseos.
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