sábado, 23 de noviembre de 2013

Confesiones

      Me acuclillé hasta quedar a la altura de la pecera y pegué mi oído al cristal transparente. La carpa roja se acercó boqueando y me susurró: “quiero volar”. Entonces inflé un globo, metí el pececillo dentro con un poco de agua, y me lo llevé hasta el mar. Ya en la playa, al amparo de ese cielo inmenso que todo alguna vez se lo lleva, lo solté. Por suerte el viento de levante facilitó las cosas y el globo se elevó rápidamente hacia el interior, para luego perderse muy lejos entre las montañas.
      Ahora solo espero que cuando el globo explotase (siempre al final explotan), lo hiciese al pasar justo encima de un regato de agua. 


Este texto participa en los Viernes creativos, de Escribe fino,
el blog de Fernando Vicente. Inspirado en esta foto de 
 Gina Vasquez


8 comentarios:

  1. De lógica aplastante, el pececillo voló y luego caería al mar.
    Deseo cumplido!
    Una gran dosis de imaginación.

    Saludos
    Marinela

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  2. Muy bonito relato.
    Ojalá se cumpla
    Besos

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  3. Al igual que tu participo en viernes creativos de Fernando , me gustó mucho tu inspiración y me sorprende gratamente, enhorabuena

    Besos muchos ♥♥♥

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  4. Pues no, explotó justo encima de mi traje recién sacado de la tintorería. Ya te vale...
    Abrazos, siempre

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  5. Hermoso Sara, el sueño del pez y el tuyo aunado en este relato.
    Un abrazo.

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  6. Explotará sobre un riachuelo, nadará libre, y en sus saltos sobre el agua hará burbujas de colores que alegrarán a las hojas de los árboles del margen, dando alegría a los niños que chapotearán en ese instante.

    Un abrazo

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  7. Un cuento hermoso y cargado de buenos deseos.

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