Aquellos seres invisibles se
habían revelado capaces de todo, y aun así, era imposible concebir cómo lo
hacían. Al principio irrumpieron en mi mente como un simple pensamiento, pero a
medida que iban tomando forma en mi cabeza su imagen se hacía más nítida, más
potente, más real. Tanto, que mis ojos pasaron a ser los suyos. Entonces los
vi. Y fue como mirarme al espejo.
Aupa Sara!!
ResponderEliminarVeo que sigues siendo tan buena como cuando me marché!
Como siempre, no sólo la imagen sino el texto están en armonía. Ahora, casi que cambia de espejo que no te hacen mucho bien, jaja.
Besos!!
Gracias, Sucede. Es una alegría volver a verte por aquí.
EliminarMmm, no sé si la culpa la tiene el espejo o esos seres invisibles :-)
Un abrazo.
Tiene un punto inquietante. Me trajo a la memoria "Lo Que Se de los Hombrecillos" de Millás.
ResponderEliminarTendré que leer a esos hombrecillos de Millás, los tengo pendientes :-)
EliminarUn abrazo, Miguelángel.
Al parecer, Sara, los mentados hombrecillos llevaron al extremo eso de "ponerse en el lugar del otro". MUY BUENO, me gustó mucho.
ResponderEliminarCariños, Mariángeles
Gracias, Mariángeles.
EliminarUn abrazo.