Sentado a la vera del mar el
hombre da puñetazos en la arena mientras profiere gritos al viento. Solloza
estrepitosamente y, de tanto en tanto, suena su nariz como una chirriante
trompetilla que los pañuelos de papel apenas logran amortiguar.
Papelitos blancos echados a
su suerte en el agua que ahora enfilan la huida navegando lejos, muy lejos, en
busca de orillas más apacibles y silenciosas.
Este texto participa en los Viernes creativos, de Escribe fino,
el blog de Fernando Vicente. Inspirado en una foto de Marcus Møller Bitsch
Y así lentamente se ira alejando también su pena y su rabia.
ResponderEliminarEs bueno poder tener un momento a solas para poder expresar toda esa rabia y nada mejor que frente al mar, testigo mudo de penas y alegrías.
Muy bueno!!!
Sí, Oriana, el mar es buen lugar para dejar ir las penas.
EliminarUn abrazo.
Muy bonito y sinestésico.
ResponderEliminarGracias, Lorenzo.
EliminarUn saludo.
Miré cómo se alejaban.
ResponderEliminarY él seguía sentado.
A la vera de un mar de recuerdos.
A la intemperie de la luz de la realidad.
Un abrazo
Qué bonito, Albada. Una imagen triste, pero es necesario dejar que el dolor aflore y se haga tan grande que ya no quepa dentro, para que luego se vaya...
EliminarUn abrazo.
Bonita manera de dejar marchar los problemas.
ResponderEliminarEl mar ofrece siempre una estampa poética que aligera el dolor y acrecienta la alegría :-)
EliminarUn abrazo.