Que
mis pies den pasos erráticos no es señal de una inminente caída. Que me
traslade constantemente de un sitio a otro no indica necesariamente libertad.
Que actúe según me dictan no impide que me resista a dejarme mecer por una
fuerza ajena a mí. No. Me niego a que continúen moviendo mis hilos y
dirigiendo mis actos; y que cuando ya esté vieja y gastada me entierren en el
fondo de un cajón.
Pare leer más microrrelatos indignados,
pasaos por La colina naranja.
Yo también me niego.
ResponderEliminarUn abrazo Sara :)
Coincidimos muchos, sí.
EliminarOtra abrazo para ti, Ximo.
Algo nos tiene que diferenciar de las marionetas.
ResponderEliminarBuena indignación.
Abrazos.
Que nosotros no solo podemos rebelarnos, sino intentar cambiar la situación.
EliminarUn abrazo, Rafa.
Indignación a granel, Sara. Un abrazo
ResponderEliminarClaro que sí. Un abrazo, Ana.
EliminarVengo recorriendo varios textos indignados, el tuyo, como siempre, es uno de los que más me conmovió. Lo cual, por cierto, es paradójico, pues tu forma de escribir me quitó la indignación. Cosas mías...
ResponderEliminarUn beso.
HD
Es una rebeldía silenciosa, intrínseca al ser humano, pero que pocas veces la acción y no en todas las situaciones. Quizás por conformismo, el dejarse llevar por los demás, que parece más cómodo...
EliminarGracias por tu comentario, Humberto.
yo también me niego, Me asusta llegar a esa situación.
ResponderEliminarUn abrazo
Asusta y mucho, Elena.
EliminarUn abrazo.
Una metáfora muy real y demasiado cotidiana.
ResponderEliminarNos vemos en la alambrada a eso no hay que negarse.
Besicos, amiga
Otro beso para ti, Carmen.
EliminarLos viejos y este dolor, cuando ya han vivido y deben descansar y ser cuidados
ResponderEliminarSara, un sino, el de la marioneta, que últimamente compartimos también los humanos, pues ya no se conforman en dirigirnos, sino que ahora también nos recortan cada vez más hilos.
ResponderEliminarUn buen trabajo indignado.
Abrazos.
Los hilos siempre están de una manera u otra (a veces son muy, muy largos y flexibles) y tenemos la ilusión de que no existen. Ahora que son tan cortos, como dices, es cuando somos más conscientes de la situación.
EliminarUn abrazo, Nicolás.
Difícil aceptar que ya el cuerpo no responde como antes, la decadencia y el previsible final...
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa.
Me uno a tu negativa. Me niego a saberme marioneta, y serlo más y más más...
ResponderEliminarUn abrazo.
Otra que se niega.
ResponderEliminarBuen micro indignado.
Un beso.
Tengo una fuerte convicción ante fuerzas extrañas que pueden controlar mis actos, pero también tu relato deja que ver aveces como las personas juzgan con tu andar.
ResponderEliminarCada quien es dueño de sus actos y las consecuencias serán a causa de ello.
Muy buena metáfora.
!Saludos¡