Sucedió
que se escondieron cuatro tigres en un armario con la intención de sorprender a
su cuidador. ¡Y vaya si lo consiguieron! No solo por los ocho zarpazos que le
lanzaron a la cara cuando abrió la puerta, sino por cómo se le abalanzaron encima,
juguetones, colmándolo de besos.
Inspirado en esta ilustración de Conrad Roset.
Este texto participa en los Viernes creativos,
de Escribe fino, el blog de Fernando Vicente.
Amores que matan :-)
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