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"El gigante salió del
cuento para espantar a las hormigas obreras; habían decidido manifestarse ante
tanta precariedad en el trabajo". Cabopá
Las rastreras comen sus
plantas. Las voladoras aguijonean su piel. En su mano, un plástico inútil. Sergio Cossa
Llega la primavera, y ante el avance humano, el ejercito hormiguero comienza a enviar refuerzos aéreos. Miguelángel Flores
-Todas en fila. ¡Vamos! Una, dos, tres... ¡Sherezade, Sherezade...! ¿Dónde se ha escondido esa hormiga voladora? Petra Acero
Llega la primavera, y ante el avance humano, el ejercito hormiguero comienza a enviar refuerzos aéreos. Miguelángel Flores
A ella le gustaba volar... pero no se lo permitían.
¿Qué pediría después?, pensaba la directora del colegio. ¿Escribir? ¿Contar mentiras o cuentos?
¿Qué pediría después?, pensaba la directora del colegio. ¿Escribir? ¿Contar mentiras o cuentos?
-Todas en fila. ¡Vamos! Una, dos, tres... ¡Sherezade, Sherezade...! ¿Dónde se ha escondido esa hormiga voladora? Petra Acero
Pretendía exterminar todos
los insectos de la Tierra con un simple matamoscas. MJ.
La unión hace la fuerza, una
simple piedra tumbo a Goliat. Rosa
Ignorante no es el que no
sabe nada, sino aquel que no le importa nada lo que sabe... Anónimo
¡Os mataré!, le gritaba a
los que creía inferiores, sin percatarse de eran parte de él mismo. Torcuato
Si la técnica de matar
hormigas en la cocina dependiera de nosotros, como presuponen aquellos que
propugnan su control, ¿a qué controlarla? El conocimiento es un amigo mortal.
Discriminada por tener alas, se mostraba ahora como su única salvación ante un enemigo imprevisto. Cormorán
La rejilla del mata-moscas, recortada con la forma correcta, le serviría para fabricarles unas alas a las más desfavorecidas. Anónimo
Discriminada por tener alas, se mostraba ahora como su única salvación ante un enemigo imprevisto. Cormorán
La rejilla del mata-moscas, recortada con la forma correcta, le serviría para fabricarles unas alas a las más desfavorecidas.
Con la adolescencia
superada, todas escapaban despavoridas huyendo de la actual “mujer del saco”
mientras desde las alturas los fácticos seguían alimentado al bicho. Cortacuentos
Se había
propuesto deshacerse de aquellas alas tan feas para convertirse en una graciosa
hormiga. Se cambiaría el nombre y comenzaría una nueva vida, lo tenía todo
planeado, de seguro resultaría. Así andaba ensimismada en sus pensamientos
cuando la sorprendió el matamoscas. Y las hormigas, siempre tan graciosas, la
escoltaron hasta su bodega de almacenamiento. Sombra
Fantasma Lunática Love
Me encantan los pies de foto, o de ilustración...
ResponderEliminarAhí va el mío: "El gigante salió del cuento para espantar a las hormigas obreras, habían decidido manifestarse ante tanta precariedad en el trabajo"
Lo mismo me he alargado mucho para pie de ilustración...
Besicos, vecina
Fantástico, Cabopá. Gracias. Los iré publicando debajo.
EliminarUn beso.
Las rastreras comen sus plantas. Las voladoras aguijonean su piel. En su mano, un plástico inútil.
ResponderEliminarBuena idea y precioso dibujo, Sara.
¡Saludos!
¡Gracias Sara!
ResponderEliminarDesde este mismo momento estás en mi ventana, no sé porque no estabas ya...Allí dónde me gusta asomarme.Así no me perderé ni una ilustración tuya, ni esas palabras que siempre escribes tan bien...
Gracias, por ese punto y coma, la puntuación y yo, a veces, estamos peleadas...
Besicos guapa.
Llega la primavera, y ante el avance humano, el ejercito hormiguero comienza a enviar refuerzos aereos.
ResponderEliminarPor ejemplo...
A ella le gustaba volar,... pero no se lo permitían.
ResponderEliminar¿Qué pediría después?, pensaba la directora del colegio. ¿Escribir? ¿Contar mentiras o cuentos?
-Todas en fila. ¡Vamos! Una, dos, tres,... ¡Sherezade, Sherezade...! ¿Dónde se ha escondido esa hormiga voladora?
Besos, Sara.
Pretendía exterminar todos los insectos de la Tierra con un simple matamoscas.
ResponderEliminarUna idea muy chula, Sara.
Un beso.
La unión hace la fuerza, una simple piedra tumbo a Goliat.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Ignorante, Sara, no es el que no sabe nada, sino aquel que no le importa nada lo que sabe...
ResponderEliminarAsí es la vida.
Un beso.
¡Os mataré!, le gritaba a los que creía inferiores, sin percatarse de eran parte de él mismo.
ResponderEliminarAsí a bote pronto, un beso, Sara.
Coincido con el anónimo, Sara.
ResponderEliminarPero ya puestos a comentar algo diferente, diré que " si la técnica de matar hormigas en la cocina dependiera de nosotros, como presuponen aquellos que propugnan su control, ¿ a qué controlarla ?
Un beso.
Tú me entiendes, Sara. El tedio es la pobreza del rico...
ResponderEliminarDiscriminada por tener alas, se mostraba ahora como su única salvación ante un enemigo imprevisto.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por vuestras aportaciones! Es interesante leer visiones tan variadas de un mismo dibujo.
ResponderEliminarDisculpad que no os responda uno a uno, como siempre; pero es que estoy con tortícolis y los hombros de piedra (creo que por sobredosis de ordenador). Así que dejaré uno días de escribir y dibujar y saldré a disfrutar de la primavera.
Abrazos a repartir.
Cuidaté, Sara.
ResponderEliminarUn abrazo.
La rejilla del mata-moscas, recortada con la forma correcta, le serviría para fabricarles unas alas a las más desfavorecidas.
ResponderEliminarGracias Sara por hacernos un hueco. Mejórate.
ResponderEliminarCon la adolescencia superada, todas escapaban despavoridas huyendo de la actual “mujer del saco” mientras desde las alturas los fácticos seguían alimentado al bicho.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSe había propuesto deshacerse de aquellas alas tan feas para convertirse en una graciosa hormiga. Se cambiaría el nombre y comenzaría una nueva vida, lo tenía todo planeado, de seguro resultaría. Así andaba ensimismada en sus pensamientos cuando la sorprendió el matamoscas. Y las hormigas, siempre tan graciosas, la escoltaron hasta su bodega de almacenamiento.
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