Apretujados en el portal
del viejo edificio los novios se demostraban su amor entre besos y caricias.
No intuían que estaban siendo observados por la vecina del 4º B, ni por la
pareja de ancianos del tercero, ni por el portero que en esos momentos barría la
escalera. Tampoco sabían que el aspecto negro y derruido de las paredes se
debía a un antiguo incendio en el que varios vecinos habían quedado atrapados,
condenados a cotillear la vida de los demás para siempre.
Esta foto es obra de Earthquakeboy.
Cuántas cosas nos puede contar una foto, más si se trata de la vida de esos otros que son los personajes que esconde.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Sara, felicitaciones.
Cariños, M.
Gracias, Mariángeles. La vida de aquellos que no aparecen en la foto, pero que se intuyen.
EliminarUn abrazo.
Inquietante y demoledor final. Aunque antes del golpe ya da para una buena reflexión. Me gustó mucho.
ResponderEliminarHabría que buscar la manera de que cruzaran al otro lado. Eso para otro cuento :-)
EliminarUn abrazo, Miguel Ángel.
Los jóvenes amantes son ciegos y sordos a la soez mirada y cotilleo de los habitantes de una casa quemada de falta de amor.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo.
Como dices, a los jóvenes amantes poco les importa que los observen. Ellos se bastan :-)
EliminarGracias, Albada. Un abrazo.
¡Qué final, Sara! Y qué destino el de esos fantasmas macabros...
ResponderEliminarExcelente, me gustó mucho.
¡Saludos!
Gracias, Juan. Triste el destino de esos fantasmas, sí.
EliminarUn abrazo.
Bueno, al fin y al cabo, poco daño podrían hacerles quienes ya no están a este lado.
ResponderEliminarBuenísimo.
Un beso.
Solo cotillear pasivamente, más no pueden hacerles... a menos que le demuestren de alguna manera que la vieja casa está encantada (dándoles algún susto :-) Pero esa sería otra historia...
EliminarUn saludo.
Hola Sara. La idea, cómo lo cuentas... genial. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, Juan Antonio.
EliminarUn saludo.