Hay una voz dentro de ti, callada y suave, que intenta ser escuchada. Te pregunta incansablemente lo que ya sabes pero no quieres admitir. A veces pierde la calma, harta de ser ignorada, y su grito rabioso retumba en todo tu ser. Entonces intentas emitir una respuesta que se atasca, muda y perpleja, sin llegar a salir.
Así se forma ese nudo que te oprime la garganta hasta ahorcarte cuando mueves la silla, y quedas colgado en el aire.
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Ese nudo del que hablas es el más difícil de deshacer; prácticamente imposible.
ResponderEliminarTremendo micro, Sara.
Un beso.
Extraordinario, excelentísimo, Sara!!!!
ResponderEliminarQué gusto leerte
(me permitirías copiarlo en mi página micros de mis amigos?)
Un beso grande
Es difícil, MJ, pero si no lo deshacemos a tiempo, el nudo termina por ahorcarnos.
ResponderEliminarSería un honor, Patricia. Muchas gracias.
Su desolador pesimismo tan hondamente expresado en la trágica frase final. Eso es morir viviendo todavía, una gota más en un vaso rebosante de amargura...
ResponderEliminarBueno, pues creo que te decía algo a sí como que ese nudo es el más difícil de deshacer.
ResponderEliminarTremendo micro, Sara.
Un besote.
Y yo te respondía que, si no lo deshacemos a tiempo, el nudo termina por ahorcarnos.
ResponderEliminarGracias por volver a comentar, MJ. Un beso.
Mejor ir deshaciendo poco a poco esos nudos para que no nos deje con el cuello roto, aunque la lástima es que no siempre encontramos tiempo para ello.
ResponderEliminarMuy buen relato ilustrado Sara.
Un abrazo
El fin de la vida es el fin de los problemas más rápido y eficaz. Llegar a esos extremos es terrible y complicado. Debería ser más sencillo y menos trágico.
ResponderEliminarUn saludo Sara
Es verdad, Acapu, que si se deshacen los nudos poco a poco no se llega al extremo que comenta Cormorán, el desear el fin de la vida por ser una solución más rápida.
ResponderEliminarUn saludo a ambos.