martes, 12 de julio de 2016

Jubilación

Se alejaba despacio con su macuto al hombro y el sombrero de paja hundido en las sienes que apenas ocultaba la piel ajada de su cara. Entre siembra y siembra se había pasado la vida en los campos, con la sola compañía de parcos labriegos y algún que otro perro que no cesaba de ladrarle. Y también estaban los pájaros, claro. Esos desgraciados que nunca se habían atrevido a acercarse y que ahora lo despedían revoloteando sobre su cabeza con un sonoro jolgorio.