martes, 24 de septiembre de 2013

Perdido

Buscaba afanosamente su cuerpo de sitio en sitio. En el burdel donde por primera vez lo sintió perdido solo quedaban las culpas que, como siempre, lo acompañaron a casa. Allí encontró a su mujer durmiendo junto a otro cuerpo que no era el suyo. Desesperado rondó la casa intentando hallarse mientras pensaba que se lo tenía bien merecido por engañarla. Entonces sintió los celos de ella clavados en su pecho y ese dolor agudo que todavía le agujereaba el alma. Un goteo sangrante de recuerdos lo llevó a rastras por el jardín hasta aquel triste agujero cavado en la tierra.


4 comentarios:

  1. A veces es peor encontrarse a uno mismo...
    Tremendo laberinto de recuerdos y sensaciones, donde, al final, siempre desemboca la... cruda y dura realidad: la muerte.

    Un besoooo

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  2. Me ha impactado como puedes decir con las palabras justas y una imagen toda una historia de culpas y castigo.
    Excelente Sara, como siempre.
    Un abrazo.

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  3. No hay prisa por recorrer los laberintos de la vida, pero según propones....algún se han de transitar. Una entrada muy aguda y escrita de forma circular. Me ha gustado mucho.

    Un abrazo

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