Newton no descubrió la gravedad. Fue Julia cuando se le cayó el plato con las manzanas al oír ese tono amenazante y feroz en la voz de su marido, ronco de ebriedad aún por las mañanas. Aún así, ella necesitó que se repitiese el fenómeno muchas veces para entender la gravedad de la situación.
Seguro que las manzanas son ácidas.
ResponderEliminarTremendo micro, Sara.
Un beso.
La ciencia de Julia es amor, ciertamente, pero amor no correspondido.
ResponderEliminarEs una escena lamentable que se repite una y mil veces; hasta que se denuncia o es demasiado tarde.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.
Perdona el atrevimiento pero encuentro cierto parecido entre la ilustración y tu foto, con la esperanza que, ni tan siquiera, sea solo eso. A pesar de los avances lo descrito sigue siendo algo habitual. Confiemos en que cambie a un mayor ritmo y que el respeto triunfe sobre todo. Mientras, relatos como este nos harán despertar ante lo que muchas veces permanecemos dormidos.
ResponderEliminarCualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... Si pinchas en el dibujo, se amplía; podrás ver que es diferente.
ResponderEliminarUn saludo, Cormorán.