lunes, 25 de abril de 2011

Otoño

El día se empañaba cuando el agua caía a la tierra. Las hojas lloraban y eran a su vez las lágrimas. Mis pies se deslizaban torpes sobre el asfalto mojado, pendientes de mis ojos posándose sobre ellos. Doblando la esquina lo vi. Mis pies rozaron los suyos al toparse con su cuerpo recostado en plena acera, solo protegido por húmedos cartones y un vetusto abrigo apolillado. Sus ojos, nublados como el cielo que nos cubría, hacían el esfuerzo por enfocar la mirada en mis ropas, en mi cuerpo, en mí. Como si ansiase reconocerme, como si estuviese acostumbrado a desilusionarse. Volvió a recostar su cabeza en el suelo y cerró los ojos. Mis pies avanzaron acelerando el paso, abandonando rápidamente aquella esquina que mi mente no conseguía olvidar.

Todos tenemos nuestra forma de evadirnos, de perdernos, de compadecernos de nosotros mismos. Aun viviendo intensamente cada momento en este mundo. Aun dejando que el tiempo se encargue de vivir por nosotros, cíclicamente, irremediablemente como el otoño, como las hojas que lloran su caída, que caen porque lloran, que lloran porque el tiempo pasa, ajeno a todo.



10 comentarios:

  1. ¿Te ha pasado alguna vez que lees un post de otra persona y es tan sujerente que a tu cabeza viene otro sin relación alguna? Cuando escriba el cuento que me ha llegado te enviaré el link.

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  2. "Las hojas lloraban y eran a su vez las lágrimas"
    Me ha encantado esta imagen, tiene una fuerza desgarradora.
    ¡Bravo, Sara! ¡Qué bien escribes!

    Un besazo.

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  3. Estupendo, Nuria. Me encantará leer tu cuento.

    La imagen de las hojas amarillas cayendo me atrae, MJ, por lo que tú dices, tiene una fuerza desgarradora.

    Muy acertado, Amigo mortal. Lo que vemos suele ser subjetivo, un reflejo de nuestro propio estado de ánimo.

    Gracias por vuestros comentarios.
    Abrazos.

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  4. Analizando el gesto del vagabundo que se halla en el suelo me queda la duda de quién tiene más necesidad de compartir el dolor. Si vamos a analizarlo desde los ojos de él, todo el dolor humano que pudiera ver en el rostro del vagabundo no parece un acto de profanación y sí un reflejo, a modo de espejo, del suyo...

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  5. "... el tiempo pasa, ajeno a todo." Palabras que caen como una guillotina.
    Coincido con MJ, qué bien escribís, Sara.

    Abrazo admirado

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  6. Inicio y final muy poéticos... Parte central sobre reacciones humanas complejas... Estupendo; y mejor aún dándole una pequeña revisión al texto (ya me conoces: si siempre fuera todo halagos, te mentiría). Pero ME GUSTA.
    Un abrazo, Sara.

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  7. Cómo mola... acabo de ver que soy tu visitante 10000. No escucho la banda de música, pero seguro que debe de estar sonando... felicidades.

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  8. Gracias Patricia. Toda mi admiración para ti, sabes que me encanta como escribes. Un beso.

    Agradezco profundamente tu sinceridad, Luis. Un abrazo.

    ¡Hola Juanxxi!, por ser el visitante 10000 has ganado... un gran abrazo : )

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  9. Me gusta esa empatía con el vagabundo, personas de las que escapamos por miedos absurdos o quizas por vernos reflejados demasiado bien en ellos.
    Un abrazio Sara

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