Me levanto triste. Entro al baño y el
espejo me rehuye la mirada. O tal vez soy yo la que teme ver reflejado en mi
rostro el dolor de despertar un día bajo los escombros de mi hogar; el dolor de
salir sola por el único agujero de luz y no hallar más que ruinas; el dolor de
sobrevivir a mi padre, que me salvó la vida.
Me animo y observo de reojo mi reflejo.
Veo una chispa de luz detrás de tanta bruma. Como aquel día, y como siempre,
encuentro ese resquicio vacío por donde abandonar la oscuridad.
Hoy es el Día del Padre en España. Con este texto, escrito en uno de los tantos aniversarios de su muerte (hace ya 34 años) quiero rendirle homenaje.
A él le debo doblemente la vida.
A él le debo doblemente la vida.
Me deja helada ese débito doble, sin palabras para definir el vacío tan enorme que debe sentirse.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Un relato que pone un nudo amargo en la garganta.
ResponderEliminarUn abrazo
Me uno a tu homenaje Sara, emocionada todavía después de leer tu relato. Un abrazo.
ResponderEliminarEse resquicio siempre estará ahí para empujarte a salir de la oscuridad. Desde aquí va mi abrazo.
ResponderEliminarBesitos
Sara, algo me ha cogido un puñado de estomago. Estoy seguro que aun hoy, volvería a salvarte. Un abrazo muy grande.
ResponderEliminarAmada amiga:
ResponderEliminarEs el precio que pagas por los años que has vivido. Hoy recuerdas, como otras veces, sin indicios, urgente como cartas que no llegan nunca, que la muerte te despojó de todo lo que tenías y deseabas en tu infancia. 34 años sobre el rostro que no te mira si te miras: tu imagen eres tú. A un eterno presente te confías, donde tú perduras, donde escribes, donde estableces puros silencios con tus ilustraciones y no obstruyes esa chispa luz que sale de tu alma para ofrecerla al mundo, desistiendo de sentir melancolía por unos segundos eternos, pero sin dejar de escuchar esa voz invisible que parece no escrita y que te anuncia, como aquel día, que has de vivir hacia más luz y asombro...
Un beso.
Muchas veces no se sabe qué decir, de algún modo el recuerdo de tu padre me lleva al mío. Venga, Sara, que ese amor por tu padre perdure en todos los corazones.
ResponderEliminarAmiga del Alma:
ResponderEliminarLeo ésto y mas allá de la dureza del recuerdo te veo a vos, una eterna luchadora de corazón tan fuerte y tan blando al mismo tiempo. Una leona heredera de la corona de ese gran león que te dio la vida. Y sé, porque creo conocerte bien, que mas allá de ese recuerdo duro, hoy, al ver a tu hijo y al ser madre, recordás inspirada y con una hermosa sonrisa en tu cara.
Besos
Hay relatos duros que impresionan por su realeza de la carga emocional, pero si encima son reales...qué decir, doblemente quererlo y recordarlo.
ResponderEliminarUn abrazo Sara.
Maravilloso y emotivo homenaje, Sara.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato muy sentido. Sin un lugar por donde escapar, solo un agujero negro. Y todo tu amor.
ResponderEliminarTu padre, donde esté, seguro que está orgulloso de ti.
Abrazos
Sara, bonito y sentido homenaje a tu padre. Que seguro que te acompaña y se siente orgulloso de ti.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Disculpadme que no os respondo uno a uno, como siempre.
ResponderEliminarAgradezco enormemente vuestras palabras de afecto. A mí, como a vosotros, me gusta imaginar historias de lo más variadas, que lleguen al lector, que conmuevan... Pero la de hoy es una historia real, de esas que superan la ficción. Nunca entendemos las reacciones de nuestros padres hasta que nosotros también lo somos. ¿Quién no daría la vida por sus hijos?
Abrazos fuertes para todos.
Cuando se ama, 34 minutos o 34 años es la misma ausencia, duele igual. Su amor, que vive en vos, aún continúa tendiéndote la mano.
ResponderEliminarUn fortísimo abrazo.
Hermoso homenaje Sara, es cierto que hasta que no somos padres no podemos realmente entender hasta dónde llega ese amor. Un abrazo muy fuerte para ti y mi deseo de que nunca te falte ese hueco de luz por el que siempre se acaba saliendo.
ResponderEliminarQue nudo en la gargante, yo venía a felicitarte porque has quedado finalista en los Nanorretos de la Escuela de escritores, y me encuentro con tu micro homenaje. Me he quedado sin palabras. 34 años no son nada para echar de menos y recordar con el corazón. Un beso.
ResponderEliminarPodemos maldecir el pasado por habernos tratado de forma cruel. Quien sabe. Podemos preguntar en nuestro presente que sería si el pasado fuese otro. Tal vez. Pero el futuro nos espera y cada día lo creamos, aprendiendo del pasado o buscando en el la inspiración. Pero siempre hemos de mirar con optimismo, con la luz que nos muestra el camino a seguir. Esa esperanza que para bien o para mal nunca se pierde. Porque como nuestros antecesores, hay quien depende de nosotros y solo con eso basta.
ResponderEliminarUn beso Sara
Somos el resultado de nuestras vivencias, ellas son parte indivisible de nosotros, conforman lo que somos. Desear volver hacia atrás en el tiempo sería retroceder, desaprender lo aprendido... Solo hay que dejar atrás el dolor. El resto es experiencia. Siempre hay que seguir adelante.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios tan cálidos y afectuosos.
Abrazos.
Yo también perdí a mi padre hace muchos años, Sara.
EliminarTus palabras me han emocionado.
Un beso.
Hay días que se tornan especiales, que favorecen el recuerdo, que nos dejan las emociones a flor de piel...
EliminarUn abrazo, Ximo.