Un pañuelo ondea trémulo en tu mano. Te percibo efímero,
volátil. Ya no te veo. Abandonaste mi habitación como un gato sigiloso y ahora
me cuesta tanto tu ausencia, tu fuego extinguido; ese aroma a incienso que
dejas cuando te apagas, cuando no estás. En esta soledad me atormento, me hundo
y me fundo en la nada. Como tú, intento desaparecer; sin embargo, no consigo
huir de mí.
Está cargado de lírica y sentimiento.
ResponderEliminarEs lo que tienen los adioses, Miguelángel, que lo dejan a uno así, recreándose una y otra vez en ese momento.
EliminarUn abrazo.
Hermoso micro Sara. Relata una realidad, paradójicamente.
ResponderEliminarMomentos reales, como la vida misma.
EliminarUn saludo.
Es un micro con mucho sentimiento. Felicidades me gustó mucho
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarUn saludo.
Sara, cuánto dolor y soledad despide este adiós, que tan bien has sabido ilustrar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso quería transmitir, Nicolás. Gracias por tu visita.
EliminarUn abrazo.
El pañuelo ondulaba un desconsuelo, pero uno verde de encaje asomaba de la chistera del mago de los relojes. Te lo guardo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Un abrazo, Sara
Tus textos sí que llevan siempre un sentimiento profundo y poético.
EliminarGracias, Albada, por ese pañuelo verde que da más color a esta historia en sepia.
Un beso.