Intimidad
Escudriño en tu cerradura. No para verte, sino para oír al grillo escondido en ella, ese que no te deja dormir. Agazapado, compruebo que en tus fantasías no te cohíbes ni te reprimes, mostrándote espontánea y natural. Me gusta como eres cuando no te sientes observada.
Recuperas un precioso microrrelato, arropándole de una preciosa ilustración.
ResponderEliminarCierto es que me resultaba familiar. Cuan mejores somos libres de las ataduras sociales, libres de dimes y diretes, libres del que dirán. Libres al fin y al cabo.
ResponderEliminarEste relato lo publiqué en su día en Relatarium y le debía un sitio también en mi blog.
ResponderEliminarGracias, Luis y Cormorán por vuestros comentarios.
Me gustó en su día, me gusta y me seguirá gustando, Sara. Te animo a que recuperes todos los que puedas, los ilustres y disfrutemos de ello, contigo.
ResponderEliminarEn la intimidad, todos ganamos y perdemos, pero al fin y al cabo, somos nosotros en nuestro estado más puro.
Me temo que a través de esa cerradura se ven muchas cosas.
ResponderEliminarBesos
Una mirada a nuestras espaldas y parece que nos encorvamos más...
ResponderEliminarSaludos
Gracias 21, Torcuato y Su por vuestros comentarios. Un saludo.
ResponderEliminar