Este microrrelato ha sido publicado en el número de marzo de la revista cultural:
En Sentido Figurado (podéis leerlo en la sección "En pocas palabras")
Parecía un amor descabellado. Sin embargo, al hada le encantaba la barba del duende y a él, los rizos de ella al viento. Al principio fue difícil, una cuestión de peso los separaba: el duende cargaba con sus apegos, sus saberes y sus años, estaba anclado a la tierra y a las costumbres del bosque. En cambio la joven hada vivía al instante, era tan, tan liviana que podía volar. Superaron el conflicto construyendo su casa en los árboles. Él soltaba algo de lastre y subía; ella hacía planes a su lado y bajaba.
El título, acertadísimo, es la guinda que adorna la sabrosa tarta de tu relato.
ResponderEliminar¡Chapó!
Un beso.
¿ Es amor lo que la brújula siente por todos los nortes ? No quiero producir el apoplético efecto del eco...Pero, totalmente de acuerdo con M.J.
ResponderEliminarEste te lo leí en el Filandón. Muy bueno.
ResponderEliminarBesos.
Exquisita prosa para un micro dulce, tierno e imaginativo.
ResponderEliminarMuy merecida publicación
Un abrazo
Gracias por vuestros amables comentarios. Este micro lo publiqué en mi blog en diciembre (algunos de vosotros ya lo conocéis) pero, con motivo de su publicación en la revista, aprovecho para reeditarlo. Le tengo mucho cariño a este pequeño cuento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo difícil del equilibrio, creo,
ResponderEliminarque no es encontrarlo, si no mantenerlo. El tiempo hace que lo que antes era liviano, luego sea una gran carga. Lo que en un principio es sacrificable, luego es imprescindible. Quizás, lo importante sea saber saltar cuando falle el equilibrio para no hacerse daño al caer.
Me gusta el optimismo de tu relato y deséo que sepan mantener esse equilibrio sin que les cueste trabajo alguno.
Un beso Sara
Cuánta razón tienes, Cormorán. Pero es allí donde se quedan los cuentos. El felices para siempre solo será posible si el protagonista es capaz de mantener el equilibrio.
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