Su rostro estaba dividido en dos partes que no
se comprendían y, quizá por ello, se rechazaban. A riesgo de quedarse bizcos,
sus ojos se miraban mutuamente de reojo. Un día, tal vez por el hartazgo o la
costumbre, comenzaron a aceptarse y a mirar, al fin, hacia adelante.
El paso del tiempo es infalible, todo lo cicatriza y lo atenúa. Todo menos la memoria. Ya se sabe que recordar es volver a vivir...
ResponderEliminarPués por fin saldrá del estancamiento... El auto rechazo es la herida más grande que podemos infligirnos a nosotros mismos.
ResponderEliminarGran micro, Sara!
Lo mejor es mirar hacia delante, aunque sea en paralelo.
ResponderEliminarMe encantan los ojos saltones de ese rostro.
Un beso
Perdón por la referencia personal, pero me ha hecho sonreír el texto, pues yo tengo el rostro marcadamente asimétrico, principalmente la nariz, así que luego de leerlo me dije: tal vez mi asimetría tenga solución, je.
ResponderEliminarUn beso.
HD
muy oportuno... un placer pasar por aquí, como siempre...
ResponderEliminarMuchos rostros de grandes personajes son asimétricos, creo que forma parte de su biografía física. Pero tú lo expresas con una enorme agudeza literaria.
ResponderEliminarAbrazos.
Sara, siempre tenemos dos partes enfrentadas que nos aconsejan que sí o que no. Hay que saber conjuntarlas.
ResponderEliminarMe gustó esa idea.
Un abrazo.
Sólo cuando las dos partes enfrentadas de nuestro 'yo' se ponen de acuerdo, podremos mirar hacia adelante y avanzar.
ResponderEliminarGran micro, Sara ¡Cómo no! ;-)
Besos.
Con la aceptación es posible mirar hacia delante. Muy bien expresado, Sara.
ResponderEliminarBesitos
Amigo mortal: La memoria revive el dolor de las heridas, pero también la alegría de los buenos momentos. Todo se compensa :) Un abrazo.
ResponderEliminarLo has expresado muy bien, Patricia. Solo cuando dejamos de rechazarnos a nosotros mismos podemos mirar hacia adelante. Besos.
Hola Ana: Ese ser de ojos saltones todavía está en los primeros estadios de la evolución :) Aunque nosotros nos creemos muy evolucionados y sin embargo nos seguimos mirando de reojo...
Ya ves, Humberto. Hay que mirar siempre primero hacia adentro (para reconciliarnos con nosotros mismos) y luego hacia adelante...
Y un placer tenerte por aquí, Juanxxi. Un beso.
Susana: A mí me parece que justamente la asimetría es lo que da la armonía al rostro.
Nicolás: Somos una dualidad, el eterno ying y yang. Como dices, hay que saber conjuntar ambos polos.
¡Exacto MJ! Solo así podemos evolucionar. Si no, nos quedaríamos mirándonos la punta de la nariz :-)
Abrazos fuertes!!
Gracias, Elysa. Se me coló tu comentario justo cuando escribía.
ResponderEliminarUn beso.
Qué bueno :)
ResponderEliminarAdelante, siempre adelante, que cada paso es importante...
Un abrazo
Je, je, buena metáfora.
ResponderEliminarBesos, Sara
Muchas son las facetas enfrentadas en nuestro interior. La razón, supuesta, contra una inmensidad de estímulos, impulsos, deseos... El día que se lleven bien, se terminó la emoción de la vida :)
ResponderEliminarMirar para donde sea, pero disfrutar el privilegio de mirar.
ResponderEliminarQuedo mesmerizado mirando tu foto.