lunes, 7 de noviembre de 2011

Instantáneas de la irrealidad/01

Todos los lunes publicaré un dibujo. 

¿Os animáis vosotros a regalarle una historia?

Podéis llevaros la ilustración a vuestra casa.


Este fin de semana, en el pueblo donde vivo, hubo un mercadillo medieval. Y en él había una exposición de aves de cetrería. Cuando regresé a casa dibujé este “ejemplar” posando así, tan ufano.



21 comentarios:

  1. Muchas gracias por este regalo, Sara.
    Veremos si sale algo a la altura de la ilustración

    Un abrazo

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  2. Gracias, guapísima.
    Veremos si doña inspiración se muestra generosa ;-)

    Un beso, Sara.

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  3. Ahí va mi intento:

    "Era hermoso. Decididamente hermoso. Su mirada desafiante asustó a todos mis amigos, que huyeron despavoridos dejando vasos y botellas desperdigados por el suelo.
    Pero yo no pude escapar. No quise. Porque era hermoso. Era tan hermoso... Y porque allí, allí en el fondo de sus ojos pude ver dibujado, entre las llamas inflamadas por el orgullo... su miedo, su hambre, su grandiosa soledad.
    Y es por eso que le invité a un vodka con limón, y luego a un poquito de ron, y luego nos fuimos los dos volando, alejándonos del ruido, de los coches, de la marea humana y le dijimos adiós al botellón, al mareo y a la rutina del sábado por la noche.

    Porque es hermoso. Es tan hermoso encontrar un amigo de verdad..."

    Ya ves, tu dibujo me inspiró esto :)

    Un abrazo Sara.

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  4. Era una falsa primavera. Estábamos a finales de octubre y había gente con manga corta. Hacía cinco días de la desaparición del halcón peregrino y seguíamos sin una sola pista. Al bajarme del coche me dio frío. En el campo las estaciones siguen siendo la estaciones. Juan me abrió con una gruesa chaqueta, que se quitaría nada más entrar en la casa. Los perros dejaron de ladrarme y se pusieron a jugar conmigo mientras yo miraba el esqueleto de los árboles y el cielo infinito, pero sin respuesta. Dentro ardía un fuego acogedor.
    - No entiendo como viviendo solo consigues un ambiente tan hogareño.
    Mi comentario tenía trampa, porque yo estaba convencida de que Juan ocultaba, en algún lugar de su vida, una mujer. Y yo buscaba sus huellas.
    Juan no me contestó y los perros me miraron asomando por la ventana una expresión de envidia. Su amo, como tantas otras cosas, no los dejaba entrar en el interior.
    - ¿ Sabes ? El halcón viajero se empareja de por vida. Tal vez...
    - Vaya, ¿ crees que..?
    - Prefiero eso que pensar en los pesticidas, o en los cazadores furtivos...
    - Agradezco tu preocupación y más aún tu homérica hospitalidad, pero...

    Por ese tiempo solía yo hacer bruscos anacolutos, pero cerrando con mi entonación la cercenada oración, mientras pensaba en otra cosa, me negué a creer eso. Miré por la ventana una vez más. Se había levantado un viento de sonido denso, que agitaba las ramas desnudas de los árboles, como si pidieran socorro. Sólo uno estaba vestido moviendo sus hojas como pañuelos. Le pregunte a Juan por él.
    - Un árbol cretense - me contestó -. No pierde jamás sus hojas. Bajo él Zeus violó a Europa. En sus ramas lo vi por última vez...

    Un beso, Sara.

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  5. Está genial Sara, por cierto, muy buena idea te van a llenar de micros con esas maravillas que haces.

    Un besazo!!!

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  6. Yujuu!
    Intentaré escribir algo tan bueno como tu dibujo.

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  7. Gracias Patricia. Vuestros textos sí que serán un regalo.
    Besos.

    Doña Inspiración siempre es generosa contigo, MJ. Un abrazo.

    Ximo: ¡Qué sorpresa! ¡Gracias! Tu texto sí que es hermoso! Me ha encantado.

    Arriba de este blog, debajo del título, he abierto una página específica para esta sección, donde publicaré vuestros relatos, incluyendo nombre del autor y vínculos a vuestros blogs.

    Amigo mortal: Qué alegría tener aquí un texto tuyo. Escribes maravillosamente ¿te lo dije antes? :-) Un abrazo.

    Gracias Juanlu. Lo cierto es que a veces me gusta dibujar sin más, sin pensar en una historia, dejando que surja lo que quiera salir, que sea el dibujo el que hable. Y aquí los iré publicando.

    Alberto: Me encantará leer lo que escribas. Lo estaré esperando. Besos.

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  8. Vamos a ver si se me ocurre algo para este hermoso dibujo... Gracias, Sara por la iniciativa.

    Besitos

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  9. Magnífico dibujo, muy difícil estar a su altura. A ver si salen algunas palabras. Esta nueva sección promete. Un beso.

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  10. Mi pollito bonito
    Llegó a casa como todos los polluelos. Entre las frágiles manos de un niño.
    Como todos los polluelos, era feo a morir. Tras su excesivo pico de amarillo rechamante, se aparecían dos bolas oscuras cubiertas por una fina piel de color mortecino. Sobre estas, un pequeño cráneo con cuatro plumones despeluchados saludaban al nuevo mundo. Su cuerpecillo endeble, famélico, frágil y de apariencia enfermiza, temblaba de frío, o más bien miedo, en aquella cuna tibia que formaban las manos de aquel niño.
    A pesar de su aspecto fue acogido en aquel hogar.
    La madre le maltrataba quejándose de su olor, sus piares, su aspecto, su sola presencia. Algún manotazo siempre caía con la excusa de limpiar lo inevitable.
    El padre hacía como que no existía. Tan es así, que en más de una ocasión estuvo a punto de perder la vida, víctima de aplastamiento, cuando no de hambre y sed. Porque hay que decir, que salvo el niño, nadie cuidaba de aquel pollito.
    Creció como crecen las aves, rápido. Demasiado rápido como para poder olvidar su corta pero tan intensa como cruel vida. Creció tan rápido que cuando sus padres quisieron darse cuenta, era demasiado grande para acabar con ella sin correr riesgo alguno.
    Y así fue como un buen día, y de un solo picotazo, engulló al padre y a la madre de aquel niño, que cuando llegó a casa pudo oír las voces de sus padres salir a través del afilado pico del que era algo más que una mascota. Su mejor amigo, su confidente, su alma. Se subió en su lomo y juntó su cabeza con la del ave, diciendo en voz baja pero firme; Y ahora calladitos hasta que os mande yo, que las cosas han cambiado.
    Salieron volando dispuestos a recorrer nuevos mundos, junto, unidos como lo estuvieron siempre.
    En cuanto a sus padres… Ya sabemos que todo lo que entra tiene que salir. Solo os diré, que aunque estrepitoso, el aterrizaje no les causó grandes daños
    Gracias Sara por este espacio, igual de increible que el resto, que has creado para nosotros. Siempre generosa, siempre pensando más en los demás.
    Un beso

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  11. Gracias a ti, Elysa, por pasarte siempre por aquí. Un abrazo.

    Mar: Hacía tiempo que pensaba en "liberar" algún dibujo, para que pudiese recorrer mundo en busca de muchas y variadas historias.
    Un beso.

    Cormorán: Qué buen cuento te ha salido!! Entre inocente y macabro (como los cuentos clásicos). Gracias por participar. Ahora lo publico en la página (la pestaña azul debajo del título del blog "instantáneas de la irrealidad") Besos.

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  12. Me gusta la propuesta. Veré lo que puedo hacer.
    Un beso

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  13. Ana, Montse: Gracias. Abrazos a ambas.

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  14. Anoche me acosté pensando, y esta mañana me he levantado con esto. Claro, si miro tu dibujo, igual le está pequeño, pero para estar por casa...

    COTORRA
    Al pajarraco verde que al pasar por la calle, me insulta, se la tengo sentenciada. No sé qué le he hecho, ni a que viene que me diga las cosas que me dice a estas alturas. Cualquier día subo y hago un arroz con él, que aun conservo las llaves de casa que no te devolví.

    Un abrazo, Sara.

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  15. Hay veces que dan ganas de poner a hervir a las cotorras...
    Qué bueno! Gracias, Miguel Ángel. Yo creo que el dibujo se queda pequeño ante vuestros magníficos relatos.

    Un abrazo.

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  16. Bueno, aquí mi aportación.


    A fuego en la memoria

    El abuelo de Sara tenía un dragón en su desván. Lo descubrimos en un rincón, oculto tras unas cajas. Estaba muy quieto y algo maltrecho, atrapado por una cuerda llena de nudos que envolvía su cuerpo. Nunca habíamos visto uno, así que corrimos emocionados a avisar al anciano.
    El señor Lew lo bajó al salón, desenrolló el cordel y deshizo los nudos, dejando un único extremo atado a una de las patas del monstruo. Del viejo costurero rescató una aguja con la que cosió las heridas y cortes que lucía la piel de la criatura.
    Abrió la ventana. El viento empujaba las copas de los árboles en constante contoneo.
    “¿Queréis ver volar al dragón?”, preguntó mientras cogía al animal y nos animaba a salir al jardín.
    A Sara entregó la madeja para que no escapara y a mí me lo puso en los brazos.
    “Corre. Y cuando sientas que tira de ti, suéltalo para que pueda elevarse”.
    De eso hace ya mucho tiempo. A veces pienso que no era más que una simple y vieja cometa, pero no. Estoy seguro de lo que vi. Era un dragón.

    Personalizado, sí. Pero si no encuentras oportuno el juego con tu nombre, es fácil rectificar, ¿Vale?
    Mañana este micro acompañado de tu dibujo será la entrada en mi humilde tejado. Gracias por el regalo, espero que te guste.

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  17. Maravilloso, Alberto. Ya te he dejado mi comentario en tu blog. Gracias. Me ha encantado, como te dije, esa historia "personalizada!. Has creado un recuerdo perfecto con mi abuelo (del que tengo pocos) y encima con un dragón ¡con lo que me gustan!.

    Un fuerte abrazo.

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  18. Me alegro de que te guste. Por un momento pensé que tal vez me metía en zona restringida.
    Mañana me paso por si "regalas" otro dibu.
    Y gracias a ti, claro.

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  19. (Espero que te guste)

    El híbrido mira sin comprender.
    Desconoce que es el descendiente, único e insustituible, de un ave fénix y un águila imperial.
    Sus ojos dorados sólo transmiten la tristeza que supone permanecer atado al bello soporte de madera tallada, sin poder desplegar sus alas de fuego en la inmensidad celeste.
    Una llamarada de trinos brota de su falta de libertad y se consume en una humareda azul.

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