Este microrrelato participa en el I Concurso de Relato Breve "El dios tecnología"
convocado por el Club de Escritura Fuentetaja.
Arturo lleva treinta días compartiendo el sofá con el abuelo. Y
todavía le faltan otros diez para que le quiten la escayola. La rabia por su
obligada inactividad la descarga con todo tipo de videojuegos bélicos. El
viejo, mientras tanto, pasa las horas hundido entre cojines y recuerdos de
antiguas batallas, que ahora se le antojan tan cercanas que lanza con su bastón
un mandoble. Arturo lo ataja enseguida con el rascador, gracias a sus entrenados
reflejos. El abuelo se incorpora con gesto artrítico y carga de nuevo contra
él, pero el joven consigue pararlo con la bandeja de los sándwiches a modo de
adarga. Ahora es Arturo quien, haciendo equilibrio sobre su pierna sana, lanza
un revés con el rascador. El anciano intenta detenerlo con su bastón pero
trastabilla y cae sobre el sofá. Aprovecha para echarse la siesta. Parece que
Arturo también va dar una cabezadita, pero no, vuelve a coger los mandos de la
consola.
Para
que este cuento pueda ser valorado por el Jurado,
primero tiene que estar entre los 25 más votados por el público.
¿Me ayudáis?
Si os ha gustado, podéis votarlo aquí.
No lo sabía, por lo visto hay que registrarse para poder votar.
Y aprovechad también para leer el resto de relatos participantes, que son muy buenos.
Es muy bueno, Sara. Me ha recordado una anécdota de la primera vez que llevamos al abuelo a ver una película en 3D. Me he divertido mucho leyéndolo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gracias, Pedro.
EliminarHabrá sido toda una experiencia para tu abuelo :-)
Me alegra que te hayas divertido con el relato. Yo me divertí mucho imaginando y escribiendo la escena.
Un abrazo.
Gracias a nuestra adelantada e insolidaria civilización muy pronto todos los hombres disfrutarán del inalienable derecho de paladear la vida, desde su misma casa, sin necesidad de relacionarse con nadie, como si se tratara de un noble, añejo y gran vino.
ResponderEliminarYa no se quemarán libros. Tampoco hará falta. El ruido y el aislamiento de las máquinas diabólicas de las que hablas, impedirán su lectura y serán, además, mucho más devastadoras que las insaciables llamas...
Un abrazo.
Va camino de ser nuestro futuro, pero depende de nosotros que no sea así. La tecnología debe estar al servicio del hombre, y no nosotros ser esclavos de ella.
EliminarUn abrazo, Amigo mortal.
¡Muy bueno, Sara! Ahora voy a votarlo. Sabés, me hiciste acordar al capítulo del Quijote del retablo del maese Pedro en el XXVI de la segunda parte.
ResponderEliminarBesitos van!
Hace tantos años que me leí el Quijote...
EliminarCuando escribí el texto estaba leyendo un libro de Rosa Montero ambientado en la época medieval. Y en el curso de relatos de humor que estaba haciendo pedían abrir un libro y escribir sobre la palabra que tocaba siguiendo unas "coordenadas". Y a mí me salió la palabra "mandoble" :-)
Un abrazo.
Jajaja, qué bueno, Sara. Es muy divertido ese abuelo que vuelve a la batalla. Y muy tierno a la vez. Es como un niño grande. Voy a votar, por supuesto.
ResponderEliminarY un abrazo.
Es que a veces los abuelos son como niños grandes: inocentes y sabios.
EliminarUn abrazo.
Pensé que lo había comentado, sé que lo voté. Me gustó.
ResponderEliminarGracias, Cybrghost por comentar, por votar y por leerme siempre.
EliminarUn abrazo.
Sara, excelente esa confrontación de generaciones con ese duelo a cuerpo, que es más un juego que una lucha real.
ResponderEliminar¡Mucha suerte!
Abrazos.
Un micro bien relatado con cierta ironia y metódico. Me ha encantado la forma de hilar las frases. No dudes que tienes mi voto, ya me he registrado para hacerlo.
ResponderEliminarA ver como va, espero que ganes.
Un saludo
Esas peleas entre abuelos y nietos son entrañables. Y tú lo has narrado estupendamente, Sara.
ResponderEliminarUn beso.
Muy, muy bueno. Añoro a ese abuelo, ja: me gustaría ser, algún día, como él.
ResponderEliminar¡Saludos!