Elsa
puede volar. Por el momento solo lo hace con la imaginación, aunque entrena
todo el día para conseguir que también su cuerpo flote en el aire.
Y va progresando. Esta
mañana ha logrado que sus pies se levanten un palmo del suelo tras agitar las
alas de gasa adosadas a su espalda. Tendríais que haberla visto con sus trenzas
al viento, la carita oronda, los ojillos como dos ranuras de alcancía
atesorando toda la felicidad del mundo. “¡Eh, ladrona, que no nos dejas nada!” le
gritaba la gente mientras ella, sin dejar de sonreír, rozaba con sus manos las
nubes.
Como pase por mi pueblo le ajustan cuentas, que con el ventarral que hace aterriza a la altura de la realidad.
ResponderEliminarY, como tantos, caerá de bruces contra el suelo, esa dura realidad. Pero no, prefiero imaginarla volando y feliz.
EliminarUn abrazo, Miguel Ángel.
Estar de nubes es lo que tiene, Sara. Estás feliz.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Hay días en que apetece estar allá arriba :-)
EliminarUn abrazo, Rosa.
Sara, lo que no pueda realizar un soñador/a no lo puede alcanzar nadie.
ResponderEliminarMe gustó ese juego entre realidad y ficción.
Un abrazo.
Gracias, Nicolás. Un abrazo.
EliminarEl niño ya lo decía...por mucho que le decían que los seres humanos no vuelas...no dejaba de agitar sus alas. No le convencían de que no podía volar... porque él colaba!
ResponderEliminarUn abrazo
¿Quiénes somos los adultos para decirles que no? Tienen el derecho de acaparar toda la alegría, a volar con la imaginación y las ganas.
EliminarUn abrazo, Albada.
muy lindo blog lo disfrute mucho, felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias, Don Cliche.
EliminarUn saludo.