martes, 1 de marzo de 2011

Cautivo

Desde lo alto de la torre lanzó las blancas sábanas anudadas y, fuertemente agarrado a ellas, fue deslizándose hacia su ansiada libertad. Sin embargo el final de las sábanas no coincidía con el final del abismo. Como un péndulo fatídico girando en sentido contrario se mecía en el aire, dibujando su destino con oscilaciones inciertas y golpes contra las duras paredes del castillo. Acobardado por las fétidas aguas del foso que aguardaban su caída, decidió regresar. De vuelta en sus aposentos recogió las sábanas, las arrojó sobre la cama y se echó a dormir. Esperaría a que su bella princesa lo rescatara.



6 comentarios:

  1. Alcanzó muy pronto todo lo que se propuso y a partir de entonces no supo qué más hacer.
    ¿Y si la vida fuera sólo un boceto, una tentativa... que espera otra oportunidad ? Somos, en el mejor de los casos, simples escoliastas de Sara. Ella tiene siempre la última palabra.

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  2. Tras un largo cautiverio, se anhela tanto la libertad, que cuando se está apunto de conseguir, asusta.
    Como de costumbre, muy bien narrado, Sara.
    Besos.

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  3. Si la vida fuera un boceto, entonces todavía nos quedaría por vivir la "obra maestra"...
    Desde luego que no tengo la última palabra. Puede que yo dibuje mi destino, pero ¿quién me dibuja a mí?
    Muchas gracias, El conocimiento... por enriquecer mis pequeños relatos con tus comentarios.

    Es lo que intenta decir el texto, MJ, a veces nos acobardamos justo al final, quizá porque se hace más difícil, implica riesgos, tenemos que ensuciarnos... o son simples excusas para volver a lo malo conocido. Gracias por comentar.

    Un saludo a ambos.

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  4. Hola, tienes un blog muy interesante, acabo de crear el mío, te dejo la dirección: wanderinkiller.blogspot.com/

    espero que te guste :)

    besos

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  5. Está bien renovar los cuentos disney.
    Besos, Sara.

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  6. Gracias Paula. Me he pasado por tu blog. Tienes una energía juvenil muy contagiosa. Un placer.

    Siempre es bueno mirar con otros ojos las historias de siempre, Torcuato. Un saludo.

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