Otra vez me bajas del coche, abandonándome en la carretera. Yo nuevamente regreso a ti, desfallecido y hambriento. Me recibes arrepentido y recupero privilegios: sofá calentito y dormir contigo por las noches; pero tú siempre vuelves con tu novia, a ella no le caigo bien.
La foto es obra de Earhquakeboy
La naturaleza humana, Sara. Esta duplicidad del hombre es tan visible... Es inteligente hacer ver al hombre lo semejante que es al perro en fidelidad, mostrando su grandeza de amante humano y lo distinto que es también a aquel, mostrando su bajeza de amante animal...Que el hombre se estime en lo que vale, capaz de todo...
ResponderEliminarEntiendo mal, o acá el señor (de alguna manera hay que llamarlo) se deshace del perro para complacer a la novia? Y lo ha hecho antes. Que se cuiden de este personaje, tanto el perro como la novia.
ResponderEliminarGran micro Sara!
Se me rompe el corazón con este tipo de historias.
ResponderEliminarTodo aquel que es capaz de abandonar un ser indefenso no me merece ningún respeto.
Extraordinariamente contada, Sara.
Besos.
Amores perros, sin duda. Es cuestión de paciencia que el vencedor séa el animal, siempre dando mejor trato al humano que este a su prógimo.
ResponderEliminarUn abrazo Sara
Me quedo con tu última frase, Amigo mortal, que es concluyente: "Que el hombre se estime en lo que vale, capaz de todo..."
ResponderEliminarEntiendes bien, Patricia. Qué se cuiden del hombre que complace siempre a la novia, y que se cuiden también de la novia, que es capaz de formular peticiones tan deleznables.
Es muy doloroso, MJ, ver tantos perros fieles defraudados por sus dueños, abandonados a su suerte.
Amores perros, Cormorán. Esos son los que nos faltan.
Abrazos y gracias a todos por comentar.
Pobre.
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