El ermitaño ha emergido de su cueva esta mañana. Lleva un manto deshilachado que se enreda en sus pies descalzos y callosos, acostumbrados a las inclemencias de los elementos, al invariable paso de las estaciones. Saluda con su mano pálida y arrugada; tan fina es su piel que ondea con el viento. Los pájaros le dan los buenos días con sus trinos, los árboles desperezando sus ramas y los pequeños animales regalándole un instante su presencia antes de volver a escabullirse. Él los sigue y se adentra en la inmensidad del bosque.
Llega la noche y el viejo peregrino sigue andando entre la foresta. Su mágico cayado no sirve para enderezar su figura encorvada y cansada. La luz de su candil no suple la ausencia de la luna. Sin embargo, él no cesa su caminar. La vida se le ha ido en la inmovilidad de la cueva pero no dejará que la muerte se le escape, ha salido a buscarla.
¿La muerte como liberación?
ResponderEliminarLa soledad acaba por devorarnos.
Genial, como siempre, Sara.
Un beso.
Coincido con M. J.: GENIAL Sara!!!
ResponderEliminar¿Vas a creer que recién me doy cuenta de que los dibujos también son tuyos?
Felicitaciones dobles
Es verdad, MJ, la soledad devora al ermitaño tanto como el tiempo a sus días iguales, inmóviles, vacíos. Pero cuando se acerca el final aflora su valentía. Gracia por leer siempre mis relatos y comentar. Un saludo.
ResponderEliminarPues sí, Patricia, entre ilustraciones y relatos este blog devora mi tiempo... (que disfruto mucho, por cierto). Un saludo.
¿ Te puedes creer que nos comunicamos sin hablar ? Has modificado ese laismo cuando yo lo leía. Dicen que un hombre ingresa verdaderamete en el mundo cuando recupera el camino que un día abandonó. Se trata, por lo visto de traspasar un umbral, de adentrarse en otro territorio o tierra, de dar, por expresarlo filosóficamente, " un salto a otra vida ". Sigue disfrutando. Tu " amigo mortal ", sin línea.
ResponderEliminar¿Eras tú? Algo me decía: "relee el texto que hay un error". Claro que seguiré disfrutando, con amigos fieles lectores como tú, es muy fácil.
ResponderEliminarUn saludo.
Afortunado ermitaño que vivió como tal. Afortunado ermitaño que decidió cuando terminar. Afortunado por formar parte integrada de la naturaleza y sus habitantes. Afortunado pues parece haber vivido como quiso.
ResponderEliminarTiene muchas interpretaciones la historia. Desde luego es afortunado aquel que elige como vivir y como morir. También me gustó la frase que cita Amigo mortal: "El hombre ingresa verdaderamete en el mundo cuando recupera el camino que un día abandonó".
ResponderEliminarGracias Cormorán por comentar.
Vuestras interpretaciones siempre enriquecen el texto.
Un relato un poco triste..
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