Estabas dormido cuando te levantaste y saliste a la calle. La fría noche no amilanó tus pasos. Tu conciencia aletargada supo guiarte (no temas, seguramente nadie reparó en tu ridículo pijama amarillo ni en el agujero de tus pantuflas). Llegaste a mi casa trayendo el relente de la medianoche pegado en tu pelo. Reposaste tu dedo en el timbre hasta que abrí la puerta. Tu ojo abierto me miraba con deseo; tu ojo cerrado, dormía. Ante la duda te hice sitio en mi cama. ¿Recuerdas al menos lo que pasó entonces?
La fotografía es obra de Luis Cabrera Aizpuru. Podéis ver aquí su blog:
Alma de cormorán: FOTO-RELATOS
...la pregunta es cuál de los dos ojos se impuso... aunque el interrogante del cierre más que un interrogante es una respuesta... muy hábil
ResponderEliminarCreo que los sonámbulos no suelen recordar nada de lo que hacen. Así que..., o despertó su ojo dormido o... ;-)
ResponderEliminarImpecable tu estilo narrativo.
Un beso.
Estoy por aquí y me quedaré un rato. Gracias por tu apoyo, que venga de ti me enorgullece.. gracias
ResponderEliminarSaltó de la cama y salió al otro lado de la puerta persiguiendo un bello amor, pero olvidó tras de sí a la mujer a la que hubiera podido decírselo...
ResponderEliminar¡QUÉ BUENO!
ResponderEliminarEs que hay cosas que no se deberían olvidar...
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios.
Aunque sé que no es la intención de este buen micro, me aterroriza la idea de levantarme sonámbulo. Eso de estar dando vueltas por ahí, haciendo no se qué cosas y luego no recordar nada. Buf. Me da pavor.
ResponderEliminarBesos, Sara.
Es verdad que aterroriza perder el control de uno mismo y no ser consciente de lo que uno hace. Aunque a mí, lo que me da pavor, es el encierro...
ResponderEliminarUn abrazo, Torcuato.
;)
ResponderEliminarGracias Cormorán por tu estupenda foto.
ResponderEliminarUn abrazo.