Un día intentó desterrarlos. Los echó a
patadas de su vida pero solo consiguió que volviesen con más fuerza. Con un
palo los golpeó hasta desfallecer; se marcharon arrastrándose y regresaron
erguidos a su puerta. Probó con todo lo que tenía en casa: atizador y taladro,
matamoscas y abrelatas. Incluso azuzó a su caniche experto en ladridos agudos.
Nada. Ellos permanecían a su lado, inmunes a cualquier intento de ahuyentarlos.
Resignado a vivir con ellos para siempre, decidió ignorarlos. Y los miedos, al
fin, lo dejaron en paz.
Gracias Torcuato por invitarme a participar en El Microrrelatista.
Un micro aleccionador, con moraleja, muy certero.
ResponderEliminarUn beso.
http://ramos-flores.florpedia.com/images/ramo-flores-dulzura.jpg
ResponderEliminarGrande.
Gracias, Luisa. Un beso.
ResponderEliminarMe ha encantado la dulzura de ese ramo de flores, Montse. Muchas gracias. Un abrazo.
Con los miedos mejor no meterse, que ellos sólos se amoldan en uno.
ResponderEliminarBuen micro. Saludos
Por allá te dejé mi comentario, Sara.
ResponderEliminarBesos!
El miedo rellena tu vida y la hace añicos. Lo trasluces muy bien.
ResponderEliminarBlogsaludos
Uno no es libre hasta que vence sus miedos.
ResponderEliminarGran micro, Sara.
Un beso.
El duelo mortal entre el hombre y sus miedos, no se expresa como discordia dramática o como dilema de pensador, sino como ambigüedad literaria. De ahí que ninguno de los contrarios resulte vencedor y que el miedo se destruya a sí mismo, ya que es un miedo sin fin. Gracias a las estupenda imagen que creas cada pareja enemiga coexiste, se entredevora y se recrea. La imagen se resuelve en una batalla sin fin, sin aniquilar a los antagonistas, simplemente se recrea en otro plano la lucha de esas fuerzas que se aniquilan para renacer, se revela como una operación capaz de aprehender, con el paso del tiempo, los contrarios irreductibles de que está hecha la realidad. Y es que ese miedo es sólo invencible para la conciencia que lucha inútilmente...
ResponderEliminarUn abrazo, Sara.
Cierto, Sara, es la única manera de desterrarlos, enfrentarlos o ignorarlos.
ResponderEliminarBesitos
Cuanto más importancia le damos a algo, más relevancia adquiere en nuestra vida; tanto que puede llegar a dominarnos. Sacamos toda nuestra artillería para erradicar los miedos, pero se hacen más fuertes si les prestamos demasiada atención.
ResponderEliminarGracias Elise, Patricia, Adivín, MJ, Amigo mortal y Elysa por aportar tanto con vuestros comentarios.
Abrazos fuertes.
Dame ese palo, compártelo que sería uno de las mejores soluciones para arreglar al mundo. ¡Ay si lográsemos alejar a los miedos!
ResponderEliminarLos miedos son molestos compañeros y muchas veces incontrolables.
ResponderEliminarUn saludo indio
Superó sus complejos, y por lo tanto sus miedos: maduró reforzando la confianza en sí mismo. Lo comprobó al mirarse al espejo...
ResponderEliminarBesitos
Amando. Es difícil alejar a los miedos. Y si los palazos no sirven (ya sabemos que la violencia trae más de lo mismo) pues tendremos que aprender a superarlos aceptándolos.
ResponderEliminarNo Comments: Son unos compañeros muy molestos con los que no nos queda más remedio que convivir.
Luis. Qué bueno mirarse al espejo sin ningún tipo de complejos.
Abrazos.
Si en vez de ignorarlos, intentas disfrutar de ellos, con el aprendidaje de la experiencia, además de desterarlos, por más que los busques no los encuentras. La vida es así de caprichosa.
ResponderEliminarUn beso aterrorizador