viernes, 25 de noviembre de 2011

Confesiones

No era un fantasma quien surgió entre la niebla. Era él, detrás de su halo de impunidad. A paso firme se alejó sin remordimientos, como quién actúa guiado por su conciencia.
Sus hábitos le habían llevado, día tras día, a encerrarse en su reducto a escuchar indecencias y culpas. Su moralidad le había conducido a sentenciar y ajusticiar a los pecadores. El último se había resistido con fiereza, no había suplicado como los demás. Ese tipo rudo y parco no creyó que, relatándole supuestas infamias y traiciones detrás de las celosías, sería reconocido como el tenaz inspector de policía que le seguía la pista. Tampoco intuyó que yacería enterrado, junto a los otros, en ese suelo sacro que redimiría sus penosas almas.
La turbia noche deshizo la estampa del sacerdote adentrándose en la niebla, donde le esperaba  un obstinado fantasma decidido a lograr que confesara sus crímenes.




Este microrrelato participó en el concurso Getafe Negro 2010.

5 comentarios:

  1. Y tan negro...
    Cuidado con lo que uno confiesa...
    Saludos.

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  2. Un sacerdote con el alma más negra que su sotana.
    Gran relato, Sara.

    Un beso.

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  3. Un policia que, de fantasma, continua siéndolo. Un fantasma que, de policia, igual ya lo era.
    Muy tonto el poli, muy malo el cura, muy bueno el relato.
    Abrazos

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  4. Así podría ser el embrión de un guión de cine de terror, de cara al próximo festival de Sitges, jajaja, muy bueno.
    Besos, Sara

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  5. CDG: Este es el primer relato "negro" que escribí, y quizá por ello me salió tan negro :-)

    MJ: Un alma negra que juzga aquellas que cree que lo son...

    Miguel Ángel: Un inspector de policía no muy avezado, aunque tenaz hasta después de muerto.

    Luis: Podría ser un buen guión, aunque seguramente no tendría mucho éxito de taquilla...

    Abrazos fuertes!

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