No
era un fantasma quien surgió entre la niebla. Era él, detrás de su halo de
impunidad. A paso firme se alejó sin remordimientos, como quién actúa guiado
por su conciencia.
Sus
hábitos le habían llevado, día tras día, a encerrarse en su reducto a escuchar
indecencias y culpas. Su moralidad le había conducido a sentenciar y ajusticiar
a los pecadores. El último se había resistido con fiereza, no había suplicado
como los demás. Ese tipo rudo y parco no creyó que, relatándole supuestas
infamias y traiciones detrás de las celosías, sería reconocido como el tenaz inspector de policía
que le seguía la pista. Tampoco intuyó que yacería enterrado, junto a los
otros, en ese suelo sacro que redimiría sus penosas almas.
La
turbia noche deshizo la estampa del sacerdote adentrándose en la niebla, donde
le esperaba un obstinado fantasma decidido a lograr que
confesara sus crímenes.
Este microrrelato participó en el concurso Getafe Negro 2010.
Y tan negro...
ResponderEliminarCuidado con lo que uno confiesa...
Saludos.
Un sacerdote con el alma más negra que su sotana.
ResponderEliminarGran relato, Sara.
Un beso.
Un policia que, de fantasma, continua siéndolo. Un fantasma que, de policia, igual ya lo era.
ResponderEliminarMuy tonto el poli, muy malo el cura, muy bueno el relato.
Abrazos
Así podría ser el embrión de un guión de cine de terror, de cara al próximo festival de Sitges, jajaja, muy bueno.
ResponderEliminarBesos, Sara
CDG: Este es el primer relato "negro" que escribí, y quizá por ello me salió tan negro :-)
ResponderEliminarMJ: Un alma negra que juzga aquellas que cree que lo son...
Miguel Ángel: Un inspector de policía no muy avezado, aunque tenaz hasta después de muerto.
Luis: Podría ser un buen guión, aunque seguramente no tendría mucho éxito de taquilla...
Abrazos fuertes!