Todavía recuerdo tu primer comentario sobre mis dibujos...muy personales decías...he de decirte cómo son los tuyos? esas líneas las reconocería en cualquier lugar del mundo.
Culminación de la sugestiva trayectoria del poeta, que en su epílogo revela haber escrito estos poemas en la convalecencia de una de las crisis de salud que marcan su juventud y estimulado por las preguntas que nunca tienen respuesta. El único pozo donde va a pescar alimentos para sus versos es él mismo, con todas las miserias que le aguantan, aunque nunca pudo tragar ese impudor que tienen los poetas cuando hablan en primera persona y sacan sus trapos sucios al sol. Entre dos explicaciones siempre eligió la más clara, entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve. Sus poemas - que de modo descriptivo y reflexivo, interiorizan el paisaje de la vida del hombre, a menudo asociado a la soledad y al paso del tiempo - pasaron desapercibidos para el mundo, pero cautivaron a la crítica por su tono sereno y matizado, distante de las diversas corrientes del momento...
Sara, me la llevo con tu permiso, que siempre me quedo con las ganas de llevarme una ilustración tuya y hacerle homenaje con un micro pero nunca tengo tiempo de escribir nada. Ahora sí. Un beso.
Amigo mortal: Un poeta siempre habla de sí mismo, aunque toque temas que parecieran ajenos a él. Me gustaría conocer al poeta del que hablas... Gracias por tan bello texto. Besos.
Elysa: Tienes todo el tiempo que desees :-) Un beso.
MJ: El verde y el violeta son dos colores que me encantan. Uno me da la sensación de bosque, y el otro el de magia. Un abrazo.
Mar: Me encantará leer el texto que escribas para este dibujo. Besos.
Sería la cometa más grande que había sido construida. Nació como la sugerencia de un niño de tercer grado, pasó por su maestra, por la dirección, por la delegación local del ministerio y así llegó hasta los oídos del mismísimo intendente, quien encontró en la idea un maravilloso medio de mejorar su imagen, muy desgastada por el ejercicio del mando y por unas cuestiones de polleras que no viene al caso relatar.
La pequeña población, que según el último censo contaba con 423 habitantes, estaba revolucionada con el incipiente proyecto.
En el banco local se habilitó una cuenta dónde cada uno de los habitantes depositó ilusionado todo lo que pudo, la comuna asignó una importante suma, disimulada en la contabilidad bajo el rubro “ornamentación y festejos” y la asociación de empresarios locales giró una remesa de cinco cifras desde un paraíso fiscal.
El ayuntamiento fue testigo de innumerables reuniones donde se definió hasta el más mínimo detalle de las contrataciones y la logística necesaria.
Fue motivo de controversia la selección del artista encargado del diseño. La elección natural hubiese sido la del maestro Pedro, su trabajo en la iglesia había sido impecable, al punto de haber recibido el reconocimiento de los principales artistas nacionales; pero al momento estaba colaborando en la restauración de la Catedral de San Pedro, por lo cual no podía contarse con su presencia. Kuan Fu, era un eminente ingeniero y un notable artista plástico, pero su oscuro pasado y sus misteriosas actividades, supuestamente emparentadas con la magia negra, invalidaban su elección. Los otros artistas locales no aquilataban ni la experiencia ni la habilidad imprescindible, por lo que fueron descartados de plano.
El intendente prohibió en forma terminante la difusión del proyecto fuera de las fronteras del pueblo. El argumento fue el de proteger el trabajo local, pero la razón verdadera estaba relacionada con el proceso electoral venidero. “El factor sorpresa es la clave del éxito” decía una y otra vez. Con esa limitación solamente quedaba Kuan Fu.
Una delegación de notables se dirigió rumbo sudeste con destino al “castillo negro”, así era conocida la residencia amurallada del maestro chino. En pocos minutos cerraron el trato y entregaron la totalidad de la recaudación al maestro, quien se comprometió a terminar el cometa en exactamente sesenta y seis días.
Durante el tiempo que duró la construcción nadie hablaba de otro tema. Algunos especularon con que el chino huiría con el dinero, otros con que no contaba con la infraestructura necesaria, pero la gran mayoría aguardaba esperanzada la llegada del glorioso día.
El día sesenta y cuatro, un pequeño contingente de cinco chinos acampó en un llano aledaño al pueblo. Antes del atardecer unl pozo estaba terminado y al medio día del día siguiente un gran mástil estaba siendo colocado. (sigue)
El gran día, por fin llegó. El arribo fue imponente. Veinte caballos negros tiraban de un largo carro dónde yacía una figura de unos quince metros de largo y unos diez de ancho, cubierta por un velo oscuro que imposibilitaba su visión. Kuan Fu, de pié sobre el gran carruaje, azotaba a los corceles para que no perdieran el paso.
Los ayudantes de Kuan Fu se apresuraron a fijar una polea de enormes dimensiones en la punta del mástil colocado el día anterior. Por esa polea pasaba una cuerda de dos pulgadas. Un extremo de la cuerda fue amarrada a la punta de la cometa, hasta ese momento horizontal y cubierta por la tela negra. La otra punta fue atada a un arnés de cuero y hierro, forjado en el castillo negro. Los veinte caballos fueron desenganchados del carro y enganchados al arnés. El látigo de Kuan Fu sonó en el aire y la veintena de equinos comenzaron a tirar. Lentamente, y ante la mirada atónita del gentío, una figura hermosa y fantasmal alcanzaba la posición vertical.
Los murmullos se hicieron más y más fuertes. La indignación crecía. “Nos han estafado”, “es pesadísima, jamás volará”, “maldito chino”. El intendente deseaba que la tierra lo tragara, los empresarios se miraban sin entender. Solamente Kuan Fu mantenía la calma. Chasqueó los dedos y una fina cuerda dorada se desenrolló desde el centro de la figura.
“Necesito que todos los niños menores de diez años se sujeten de la cuerda dorada”
Veintiséis niños se apresuraron a asirse del cordel.
“¿Están todos?”, preguntó Kuan Fu.
“Sí, estamos todos”, respondió un chiquilín de ojos vivaces.
Otro chasquido
Una leve brisa comenzó a soplar y como era de esperarse la mole permaneció quieta.
Otro chasquido
La brisa se convirtió en viento y la cometa comenzó a vibrar. Un niño asustado quiso volver con sus padres pero la cuerda no podía soltarse
Otro chasquido
El viento aumentó su intensidad. La cometa se elevó unos centímetros del piso. La cuerda de dos pulgadas se desprendió cayendo pesadamente sobre la tierra. El viento siguió cada vez más fuerte. La cometa tomó altura, los niños eran elevados por el cordel dorado atado a ella. Padres y familiares gritaban desesperadamente; inútil era el esfuerzo por retener a los niños que junto a la cometa volaban rumbo al sudeste.
Pablo: Estoy impresionada con tu cuento. Es fabuloso. Me gusta la historia, el final, y lo bien narrada que está. Muchas gracias por honrar así mi modesto dibujo. Un fuerte abrazo.
Al contrario, el honrado soy yo por poder participar en tu sitio. Además seguramente se esperaba un microrelato. Excelentes tus dibujos y relatos. Un beso grande!!!!!
El emperador había sido terminante: todas debían desaparecer de la faz de la tierra; pero una fue salvada. La flecha certera partió en dos el corazón del monje quien había sido preparado toda su vida para esa única tarea. Nada cercano al cuerpo desangrado, sólo el mazo ritual cubierto aún por el terciopelo escarlata.
Una mujer lloraba tristemente frente a la puerta que había sido cerrada por última vez catorce días antes. Su esposo no respondía, pero ella sabía que aún tenía vida. Sólo en la habitación, el buen hombre se consumía ante una imagen que debió haber sido destruida 2120 años antes.
Esta imágen me da miedo...esa sonrisa parece maligna..
ResponderEliminarTodavía recuerdo tu primer comentario sobre mis dibujos...muy personales decías...he de decirte cómo son los tuyos? esas líneas las reconocería en cualquier lugar del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Y es increíblemente bella!!!!
ResponderEliminarByron: A mí también me da un poco esa sensación porque me parece poderosa. Y los poderosos siempre dan un poco de miedo...
ResponderEliminarUn saludo.
Juanlu: Digo lo mismo de ti, tus acuarelas tienen tu sello de identidad. Me alegra mucho haberte conocido. Un abrazo.
Gracias, Patricia. Esta imagen alberga pequeños mundos e historias en su interior. A ver que te inspira...
Un abrazo.
Tienes un estilo tan inconfundible, Sara. Me encanta cómo lo haces.
ResponderEliminarUn abrazo.
Culminación de la sugestiva trayectoria del poeta, que en su epílogo revela haber escrito estos poemas en la convalecencia de una de las crisis de salud que marcan su juventud y estimulado por las preguntas que nunca tienen respuesta. El único pozo donde va a pescar alimentos para sus versos es él mismo, con todas las miserias que le aguantan, aunque nunca pudo tragar ese impudor que tienen los poetas cuando hablan en primera persona y sacan sus trapos sucios al sol. Entre dos explicaciones siempre eligió la más clara, entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve. Sus poemas - que de modo descriptivo y reflexivo, interiorizan el paisaje de la vida del hombre, a menudo asociado a la soledad y al paso del tiempo - pasaron desapercibidos para el mundo, pero cautivaron a la crítica por su tono sereno y matizado, distante de las diversas corrientes del momento...
ResponderEliminarPrecioso, como siempre, yo no soy tan rápida intentando escribir, pero estoy en ello.
ResponderEliminarBesitos
Me gustan los colores que has utilizado en esta ilustración que es muy tuya :-)
ResponderEliminarUn beso, Sara.
Sara, me la llevo con tu permiso, que siempre me quedo con las ganas de llevarme una ilustración tuya y hacerle homenaje con un micro pero nunca tengo tiempo de escribir nada. Ahora sí. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Miguel Ángel. Un beso
ResponderEliminarAmigo mortal: Un poeta siempre habla de sí mismo, aunque toque temas que parecieran ajenos a él. Me gustaría conocer al poeta del que hablas...
Gracias por tan bello texto. Besos.
Elysa: Tienes todo el tiempo que desees :-) Un beso.
MJ: El verde y el violeta son dos colores que me encantan. Uno me da la sensación de bosque, y el otro el de magia.
Un abrazo.
Mar: Me encantará leer el texto que escribas para este dibujo.
Besos.
Sería la cometa más grande que había sido construida. Nació como la sugerencia de un niño de tercer grado, pasó por su maestra, por la dirección, por la delegación local del ministerio y así llegó hasta los oídos del mismísimo intendente, quien encontró en la idea un maravilloso medio de mejorar su imagen, muy desgastada por el ejercicio del mando y por unas cuestiones de polleras que no viene al caso relatar.
ResponderEliminarLa pequeña población, que según el último censo contaba con 423 habitantes, estaba revolucionada con el incipiente proyecto.
En el banco local se habilitó una cuenta dónde cada uno de los habitantes depositó ilusionado todo lo que pudo, la comuna asignó una importante suma, disimulada en la contabilidad bajo el rubro “ornamentación y festejos” y la asociación de empresarios locales giró una remesa de cinco cifras desde un paraíso fiscal.
El ayuntamiento fue testigo de innumerables reuniones donde se definió hasta el más mínimo detalle de las contrataciones y la logística necesaria.
Fue motivo de controversia la selección del artista encargado del diseño.
La elección natural hubiese sido la del maestro Pedro, su trabajo en la iglesia había sido impecable, al punto de haber recibido el reconocimiento de los principales artistas nacionales; pero al momento estaba colaborando en la restauración de la Catedral de San Pedro, por lo cual no podía contarse con su presencia.
Kuan Fu, era un eminente ingeniero y un notable artista plástico, pero su oscuro pasado y sus misteriosas actividades, supuestamente emparentadas con la magia negra, invalidaban su elección.
Los otros artistas locales no aquilataban ni la experiencia ni la habilidad imprescindible, por lo que fueron descartados de plano.
El intendente prohibió en forma terminante la difusión del proyecto fuera de las fronteras del pueblo. El argumento fue el de proteger el trabajo local, pero la razón verdadera estaba relacionada con el proceso electoral venidero. “El factor sorpresa es la clave del éxito” decía una y otra vez. Con esa limitación solamente quedaba Kuan Fu.
Una delegación de notables se dirigió rumbo sudeste con destino al “castillo negro”, así era conocida la residencia amurallada del maestro chino. En pocos minutos cerraron el trato y entregaron la totalidad de la recaudación al maestro, quien se comprometió a terminar el cometa en exactamente sesenta y seis días.
Durante el tiempo que duró la construcción nadie hablaba de otro tema. Algunos especularon con que el chino huiría con el dinero, otros con que no contaba con la infraestructura necesaria, pero la gran mayoría aguardaba esperanzada la llegada del glorioso día.
El día sesenta y cuatro, un pequeño contingente de cinco chinos acampó en un llano aledaño al pueblo. Antes del atardecer unl pozo estaba terminado y al medio día del día siguiente un gran mástil estaba siendo colocado.
(sigue)
El gran día, por fin llegó. El arribo fue imponente. Veinte caballos negros tiraban de un largo carro dónde yacía una figura de unos quince metros de largo y unos diez de ancho, cubierta por un velo oscuro que imposibilitaba su visión. Kuan Fu, de pié sobre el gran carruaje, azotaba a los corceles para que no perdieran el paso.
ResponderEliminarLos ayudantes de Kuan Fu se apresuraron a fijar una polea de enormes dimensiones en la punta del mástil colocado el día anterior. Por esa polea pasaba una cuerda de dos pulgadas. Un extremo de la cuerda fue amarrada a la punta de la cometa, hasta ese momento horizontal y cubierta por la tela negra. La otra punta fue atada a un arnés de cuero y hierro, forjado en el castillo negro.
Los veinte caballos fueron desenganchados del carro y enganchados al arnés. El látigo de Kuan Fu sonó en el aire y la veintena de equinos comenzaron a tirar. Lentamente, y ante la mirada atónita del gentío, una figura hermosa y fantasmal alcanzaba la posición vertical.
Los murmullos se hicieron más y más fuertes. La indignación crecía. “Nos han estafado”, “es pesadísima, jamás volará”, “maldito chino”. El intendente deseaba que la tierra lo tragara, los empresarios se miraban sin entender. Solamente Kuan Fu mantenía la calma. Chasqueó los dedos y una fina cuerda dorada se desenrolló desde el centro de la figura.
“Necesito que todos los niños menores de diez años se sujeten de la cuerda dorada”
Veintiséis niños se apresuraron a asirse del cordel.
“¿Están todos?”, preguntó Kuan Fu.
“Sí, estamos todos”, respondió un chiquilín de ojos vivaces.
Otro chasquido
Una leve brisa comenzó a soplar y como era de esperarse la mole permaneció quieta.
Otro chasquido
La brisa se convirtió en viento y la cometa comenzó a vibrar. Un niño asustado quiso volver con sus padres pero la cuerda no podía soltarse
Otro chasquido
El viento aumentó su intensidad. La cometa se elevó unos centímetros del piso. La cuerda de dos pulgadas se desprendió cayendo pesadamente sobre la tierra. El viento siguió cada vez más fuerte. La cometa tomó altura, los niños eran elevados por el cordel dorado atado a ella. Padres y familiares gritaban desesperadamente; inútil era el esfuerzo por retener a los niños que junto a la cometa volaban rumbo al sudeste.
Otro chasquido
Kuan Fu desapareció.
Pablo: Estoy impresionada con tu cuento. Es fabuloso. Me gusta la historia, el final, y lo bien narrada que está. Muchas gracias por honrar así mi modesto dibujo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Al contrario, el honrado soy yo por poder participar en tu sitio.
ResponderEliminarAdemás seguramente se esperaba un microrelato.
Excelentes tus dibujos y relatos.
Un beso grande!!!!!
El emperador había sido terminante: todas debían desaparecer de la faz de la tierra; pero una fue salvada. La flecha certera partió en dos el corazón del monje quien había sido preparado toda su vida para esa única tarea.
ResponderEliminarNada cercano al cuerpo desangrado, sólo el mazo ritual cubierto aún por el terciopelo escarlata.
Una mujer lloraba tristemente frente a la puerta que había sido cerrada por última vez catorce días antes. Su esposo no respondía, pero ella sabía que aún tenía vida.
Sólo en la habitación, el buen hombre se consumía ante una imagen que debió haber sido destruida 2120 años antes.