Encontré en su mesilla de noche un frasco vacío. Ella estaba tumbada en
la cama, al parecer sumida en un profundo sueño colmado de pastillas. No pude
evitar sentirme culpable. Me senté a su lado y le hablé como nunca antes lo
había hecho. Solo verdades salieron de mi boca, algunas tan dolorosas que lloré
al confesarlas. Nada le oculté aquella noche en que la creí dormida.
Menuda respuesta, Sara. Toda una lección. A cada cual le tocan en suerte sus propios defectos y, lo que es mucho mejor, las virtudes de los demás...
ResponderEliminarUn beso.
A mí me ha tocado un buen amigo, Amigo mortal.
EliminarUn beso.
Cuando lo vamos dejando para encontrar el momento idóneo, puede suceder que sea demasiado tarde, sí. Tremendo tu micro hoy Sara.
ResponderEliminarUn abrazo
Solemos aplazar aquello que nos incomoda. Pero eso solo hace el problema más grande, la molestia más dolorosa.
EliminarUn abrazo.
Algo está roto cuando sólo nos atrevemos a ser sinceros cuando la otra persona no nos oye. Entonces la culpa dura para siempre.
ResponderEliminarMuy buena.
Un abrazo.
Coincido contigo,muy mal tiene que estar cuando sólo podemos contarlo todo cuando el otro duerme.
EliminarUn abrazo para ti,Sara.
Tiene que haber mucho remordimiento, vergüenza y cobardía para no atreverse a hablar mirando a los ojos...
EliminarGracias CDG y Byrson por vuestros comentarios.
Abrazos.
Sé que leí y comenté este micro. No recuerdo cuáles palabras habré puesto pero seguro querían decir esto: estupendo, Sara!!!!
ResponderEliminarBesos
Este micro lo publiqué en Triple C. Y, sí, comentaste algo parecido ;-) Gracias, Patricia.
EliminarEsperé a tener la ilustración para publicarlo aquí.
Besos.
Ojalá nunca se perdiese la comunicación hasta ese punto tan trágico como el de tu relato Sara, qué pena que no hubieran hablado antes... De qué forma tan sentida lo has descrito, casi se te saltan las lágrimas.
ResponderEliminarUn beso Sara,
A veces la distancia entre uno y otro lado de la almohada es un abismo insalvable.
EliminarBesos.
No hay que esperar a decir (y sobre todo hacer) las cosas hermosas cuando ya no hay más remedio, sino caemos en eso, en las artimañas.
ResponderEliminarMira, hace un momento he leído una frase de Martin Luther King que tiene a mi entender mucho que ver: "SIEMPRE ES EL MOMENTO CORRECTO PARA HACER LO CORRECTO".
Un abrazo Sara :)
Es verdad. Buena frase. Cuantos quebraderos de cabeza, cuantas depresiones nos ahorraríamos si hiciéramos lo correcto en el momento adecuado.
EliminarUn abrazo.
Me hace pensar que no está muerta el título, lo cual hace temer por cuando "despierte" sabiendo todo.
ResponderEliminarParece que ella estaba dispuesta a todo con tal de saber la verdad. Quizás lo eche, quizás lo perdone, quizás...
EliminarBesos.
Sara, me lleva a pensar este micro si no viven los dos inmersos en mentiras, las de él confesadas y las de ella maquinada para desenmascararlo. Prefiero una verdad que duela a cien mentiras que endulcen.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo.
PD: La ilustración es preciosa.
A veces la única manera de "pescar" a un mentiroso es con mentiras... La sinceridad es crucial para que una relación pueda funcionar.
EliminarMe alegra que te guste este pequeño boceto a lápiz :-)
Besos.
Que fácil hablar cuando el otro parece no escuchar, yo creo que hay en ese acto la valentía de sacar fuera lo que la otra persona debe escuchar y la cobardía de hacerlo así, ocultos tras el probable silencio del otro. Profundo micro.
ResponderEliminarMe quedo pensando en el después, en la continuación de la historia. Si la verdad fue capaz de crear un puente ante el abismo que entre ellos había creado la mentira.
EliminarUn abrazo.
Preciosa ilustración Sara, y bien acompañada por los sueños de esa mujer que no sé si habrá escuchado las verdades de una boca, que no se atreve a pronunciarlas cuando ella tenía los ojos abiertos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Laura. Quizás las escuchó y deseó después no haberlo hecho...
EliminarUn abrazo.
Una táctica infalible. ¡Qué lista!
ResponderEliminar¿Y después...?
Un beso, Sara.
El después es difícil. Solo en los cuentos de hadas comen perdices...
EliminarBesos.
Porqué nos costará tanto comunicarnos??? porque tememos tanto a expresar nuestros sentimientos??? nunca llegaré a entenderlo, pero las personas somos asi. Que triste tener que recurrir a artimañas para poder oir de aquella persona que más nos importa aquello que más deseamos. Si hay que llegar a esos extremos, no merece la pena.
ResponderEliminarUn micro relato excelente.
Mil besos.
Yo también considero que, llegando a esos extremos, no merece la pena. La verdad terminará siendo una liberación para ambos, aunque luego no continúen juntos.
EliminarMil abrazos :-)
Despertamos juntos sin vernos, sin oírnos, pero sabiéndonos, sintiéndonos. Nos alimentamos de los recuerdos que nos llevaron a unirnos. Formamos una sola energía como siempre habíamos soñado. Una energía de deseos, de impulsos. Aquello que llamamos vida fue solo un primer paso. Un paso torpe como el de un bebé, lleno de dudas, de miedos, pero necesario para poder avanzar hacia un destino intuido.
ResponderEliminarHola Luis. ¡Qué alegría verte de nuevo! ¿Cómo estás?
EliminarComo siempre aportando un final alternativo positivo y optimista, como debe ser.
Gracias por la visita y los comentarios. Me hace muy feliz. Besos.
Preciosa ilustración, Sara. Y el micro es bastante certero, qué triste no tener valor para hablar con el otro cuando te puede mirar...
ResponderEliminarBesitos
Veo el último comentario de Elysa y estoy con ella, que pena no poder hablar cara a cara...
ResponderEliminarBesos!!
Tarde. Qué triste, Sara. A todas partes se puede llegar tarde, pero nunca deberíamos hacerlo a decirle lo que sientes a alguien que quieres. Y a veces pasa.
ResponderEliminarchebre
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