Se llevó a
la boca el roído panecillo pero no pudo morderlo: era una piedra. Comprendió
cuánto pesaba el hambre. Terminó su café y salió a la calle. Caminar aligeraba
el estómago.
Y como pesa esa piedra. La encontré el otro día caminando por la playa. Pensé que era un pan viejo y lo pateé con mi pie descalzo y ¡ay! mis dedos :-) Me llevé la piedra-pan a casa para escribir esta historia. Besos, Rosa.
Sara, el hambre debe pesar sin duda, pero más los caraduras que lo permiten. Si el mundo fuese justo nadie en ningún rincón del planeta se moriría de hambre, pero como la solidaridad algunos la desconocen...
Sí que es una vuelta de tuerca, Amigo mortal. No había pensado en ello y si se lee el micro con la mente abierta esa opción surge también. Y entonces se amplifica y endurece su significado. Un abrazo.
Muy acertada la expresión: el hambre pesa. Y ese símil del pan duro con la piedra.
ResponderEliminar¡¡Fantástico, Sara!!
Un beso.
Gracias, MJ.
ResponderEliminarUn besote.
Es un golpe directo a la boca del estómago. Lo más terrible es que es una realidad para muchísimas personas con nombre y apellidos.
ResponderEliminarSí, cada vez toca más cerca.
EliminarUn abrazo, Ana.
Cruda realidad de muchos :(
ResponderEliminarun saludo
Lamentablemente.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno Sara, en apenas unas líneas nos enfrentas a una realidad muy dura (tanto como el pan)
ResponderEliminarUna realidad dura que podemos cambiar. Seguro.
EliminarBesos.
Qué buen relato escrito y gráfico. ¿Aligerar o alejar el estómago de la cabeza? Vaja juegos semánticos, símiles y dobles sentidos.
ResponderEliminarMuy bueno y muy duro.
Un beso tierno para ti.
Caminar para aligerar la pesadez o alejar los pensamientos. O alejarse de todo...
EliminarGracias, Petra. Un beso.
Muy bueno Sara. El hambre pesa, como esa piedra...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Y como pesa esa piedra. La encontré el otro día caminando por la playa. Pensé que era un pan viejo y lo pateé con mi pie descalzo y ¡ay! mis dedos :-) Me llevé la piedra-pan a casa para escribir esta historia.
EliminarBesos, Rosa.
Sara, el hambre debe pesar sin duda, pero más los caraduras que lo permiten. Si el mundo fuese justo nadie en ningún rincón del planeta se moriría de hambre, pero como la solidaridad algunos la desconocen...
ResponderEliminarMuy original tu micro.
Besos.
Nadie debería morirse de hambre, no. Creo que hay recursos suficientes en el planeta para ser repartidos.
EliminarUn abrazo.
Le daré una vuelta de tuerca al micro, visto lo visto, en los comentarios anteriores:
ResponderEliminarANOREXIA: Una enfermedad que acaso consista más en consumirse que en no consumir.
Un beso.
Sí que es una vuelta de tuerca, Amigo mortal. No había pensado en ello y si se lee el micro con la mente abierta esa opción surge también. Y entonces se amplifica y endurece su significado.
EliminarUn abrazo.
El hambre es, a la vez, la peor tortura y el peor de los dictadores. Palabras precisas, las tuyas, para una realidad insondable.
ResponderEliminarUn abrazo!
Tus palabras sí que son precisas y las comparto.
EliminarUn abrazo.
Contudentes palabras para la dureza de ese pan roído que hace que el hambre pese...
ResponderEliminarMuy, muy bueno, querida Sara..
Besicos
Gracias, mi querida Cabopá.
EliminarUn abrazo.
Impactante y preciso. Una realidad dura como una piedra a la que muchas veces, y casi sin darnos cuenta, cerramos los ojos.
ResponderEliminarPara la próxima que trate de mojar el panecillo en el café :)
Un besote
Buena imagen, Sara, tanto la ilustración como la realidad que cuentan tus palabras. Dura realidad de hoy en día.
ResponderEliminarBesitos
Cada vez más mendrugos irán a parar a un aguado café con leche para engañar el hambre.
ResponderEliminarUn abrazo