Yo estaba justo ahí, detrás
de los contenedores del callejón —todavía con la resaca del último chute—
cuando apareció un señor bien trajeado prometiéndome dinero a cambio de que le
hiciera un favor. En cuanto la tuve en mi mano algo se me revolvió dentro y no
pude. Eso era caer demasiado bajo, inspector, y usted sabe que uno tiene sus
límites. Y aunque me moría por meterme otra dosis, fui incapaz de hacer lo que
me pedía. Entonces le devolví la pistola, y el tipo, sin pensárselo más, se
voló de un disparo los sesos.
¿Pero es que tu imaginación no tiene límites, hija míaaaaaaaa? Consigues sorprenderme todavía y mira que te leo y te leo...
ResponderEliminarUn abrazo asombrado ( o dos).
Eso es porque yo todavía me asombro de mí misma :-)
EliminarUn abrazo, Kayla. Y feliz cumpleblog.
Tremendo relato, siempre consigues en pocas palabras contundencia en tus textos y por supuesto en la ilustración...
ResponderEliminarBesicos salados,guapa.
Este micro ha salido durillo. Y la ilustración otro tanto.
EliminarUn abrazo, Cabopá.
Ilustración y relato impactantes
ResponderEliminarSaludos
Me imagino que la realidad diaria en esas zonas marginados debe ser impactante.
EliminarUn saludo, Mei.
Espeluznante micro.
ResponderEliminarY extraordinario, Sara, extraordinario.
Abrazo con aplausos
Mejor pensar que esas situaciones no se dan en realidad, mejor pensar que solo es un relato negro más.
EliminarAbrazos, Patricia.
Si, en verdad tiene similitud con el de Victor ( Realidades para lelos) por eso al venir de allí el tuyo me ha pillado" prevenida", Aún así, no carece de genialidad.
ResponderEliminarUn saludo
Sí que son similares en cierta forma. Gracias Rosy por pasarte a leerme y comentar.
EliminarUn saludo.
Terrible micro, Sara. Y la ilustración, genial.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias, Ana. La ilustración la realicé para una revista de La Esfera Cultural hace tiempo. Ahora la he traído aquí (aunque con alguna variante) para ponerle cara y color a este texto.
EliminarUn abrazo.
Qué ilustración tan dura, y que micro tan fuerte.
ResponderEliminarComo siempre genial Sara.
Un abrazo desde mi mar.
Imagen y texto van de la mano.
EliminarGracias, Yashira.
Un abrazo desde este mar que me acompaña.
Un micro llevado al límite, Sara. Qué bueno y qué bien descrito el final. Y una ilustración a la altura. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Miguelángel. ¿Sabes? "Al límite", ese fue uno de los títulos que barajé para el micro. Pero preferí que a esa valoración lleguéis los lectores. Personajes que llegan al límite; unos deciden cruzarlo y otros se quedan ahí.
EliminarUn abrazo.
Para suicidarse hay que ser valiente; quizá por ello hay diferentes velocidades. La frase "y aunque me moría por meterme otra dosis", más allá del mensaje que deja, tiene una carga de profundidad brutal.
ResponderEliminarHay que ser valiente para quitarse la vida y cobarde para decidir quitárnosla. Es más fácil dejar que sea otro el que apriete el gatillo, el que cargue con ese gesto...
EliminarGracias por tu visita, Amando, que siempre me alegra.
Un abrazo.
Como diría nuestro amigo Inopio..... Más vale morir que perder la vida :)
ResponderEliminarUn besote Sara
Esa frase de Inopio sí que es apropiada para esta historia.
ResponderEliminar"Más vale morir que perder la vida".
Un beso, Cormorán.
Un buen fogonazo, muy cinematográfico.
ResponderEliminarExtremadamente duro y con una imágen muy potente que lo acompaña.
ResponderEliminarBuf!, ¡tremendo!.
Besos querida.
Sí, es tremendamente duro y la ilustración lo acompaña de una forma muy expresiva.
ResponderEliminarBesitos