Se mueve por la arena despacio, deslizándose
en la oscuridad sin hacer apenas ruido. De repente, ese resplandor que un
momento lo ilumina y otro no, se para justo sobre él, delatando su
posición. El joven se queda quieto. Intentaría correr y refugiarse
tras las dunas si no fuera porque ha ingresado en una zona
minada. Su último paso aún continúa en el aire y la pierna le tiembla, sabe que
no aguantará mucho sin apoyarla en el suelo. Siente ese maldito punto rojo
latiéndole en las sienes y desea con fuerza que aprieten de una vez el gatillo,
pero ellos no lo hacen. Esperan.
Foto-montaje con muñeco.
Dichosas guerras...
ResponderEliminarFantástico fotomontaje Sara y buenas letras para acompañar la imagen.
Besos desde el aire
Parece que las guerras están ahí siempre. Allí es donde se da rienda suelta a ese lado oscuro del ser humano.
EliminarMe alegra que te guste la foto. Es divertido hacer composiciones con los muñecos de mi hijo. A fin de cuentas, ¿los soldados no parecen a veces muñecos?
Un abrazo.
Ay, las fronteras, no debería existir ninguna...y guerras tampoco.
ResponderEliminarBesicos salados, amiga.
Imaginar un mundo sin fronteras ni guerras es imaginar un mundo sin humanos.
EliminarUn abrazo.
Sara, sabes cómo hacer sufrir. Sabes cómo reflejar una gran crueldad. Un relato desgarrador, como son todas las guerras.
ResponderEliminar(Por cierto, tu nueva foto veraniega me encanta. Ese mar de fondo es una envidia).
Besos.
Es un relato cruel porque la guerra lo es, y seguramente mucho más de lo que podamos siguiera imaginar.
EliminarEl mar lo tengo aquí tan cerca, siempre de fondo. Hoy hay mal tiempo y ondea la bandera roja, parece que ya llega el otoño...
Un beso.
Hola Sara. La tensión del micro se vive y se siente desde las primeras palabras, desde su avance despacio y sigiloso con el miedo en su garganta. Transmites muy bien el desazón de encontrarse en un campo minado con un punto rojo intermitente en la sien. No lo he sentido nunca.... pero puedo imaginar la sensación de terror... ¡terrible, claro!.
ResponderEliminarBesos desde mis palabras, querida.
Sí que es terrible, Laura, tener que desear entre dos muertes, la mejor.
EliminarUn abrazo.
La espera tensa. La detonación que no acaba de llegar pero no desaparece...un momento muy tenso y duro.
ResponderEliminarBuena tensión.
Un abrazo Sara.
Los soldados prefieren esperar, quizá por sadismo, quizá por no gastar munición. La detonación, (la muerte, nunca mejor dicho) que espera en cada paso.
EliminarUn abrazo, Albada.
Esa es nuestra vida, Sara. Como si no hacer fuera el cobarde camino para no encontrarnos con la muerte en algún rincón del tiempo...
ResponderEliminarUn beso.
"Si doy un paso la muerte me puede llegar ahora, si no lo doy llegará más tarde y no seré yo quién la busque". Así es.
EliminarBesos, Amigo mortal.
Buen relato, aunque de todo, y pese a su calidad global, me quedó con la frase "Su último paso aún continúa en el aire". Buenísima.
ResponderEliminarUna perta.
Y lo peor es que ese paso continuará en el aire o volará por los aires...
EliminarUn saludo.
Se masca la tensión y los paralelismos con la cotidianeidad.
ResponderEliminarEs verdad, Cybrghost, que la realidad cotidiana puede convertirse en un "campo de minas".
EliminarUn saludo.
Lo mires por donde lo mires, una guerra es un error y un horror.
ResponderEliminarUn abrazo de paz ( o dos).
Muy bien tensados los hilos del suspense, Sara. La muerte es inherente a la vida y por tanto inevitable; antes o después tiene que llegar.
ResponderEliminarUn beso, Sara.
Un micro con mucha tensión, tanta como se debe sentir en esa realidad cruel de las guerras.
ResponderEliminarEl montaje te ha quedado genial.
Besitos