“Cuénteme por qué considera usted que debo darle el alta”
le dijo el psiquiatra apoyando el índice en la barbilla. Y el interno, amparado
por la placidez despersonalizada del diván, y por los grilletes que le impedían
reaccionar de otro modo, comenzó a mentir.
Me falta un dato, ese que te has callado y que da toda la emoción: el comentario del psiquiatra es para que el otro empiece a "cantar" o porque es tonto y no se entera de nada.
ResponderEliminarMenudo comecome de cabeza.
Quiero creer que por lo primero :-)
EliminarUn abrazo, Luisa.
Hola Sara, la mentira ha dejado a muchas mentes disociadas en libertad.
ResponderEliminarPobre de tu interno que quizás, no lo sabemos, nunca llegue a mentir bien.
Un nivelazo lo tuyo.
Abrazos
Efectivamente, no sabemos si pasarán como verdades sus mentiras.
EliminarGracias por tus comentarios. Un abrazo.
¡Excelente, Sara! Un micro soberbiamente medido que hace de su última palabra el punto de apyo del vértigo de la historia.
ResponderEliminarUn abrazo con aplausos.
Últimamente se acortan más mis micros, valga la redundancia :-) A veces me gustaría recuperar la facilidad para desarrollar en largo una historia.
EliminarGracias Pedro por tu comentario. Un abrazo.
Mentir es la única salida que poseen los que ya no la tienen. Un micro fantástico. Un abrazo.
ResponderEliminarhttp://lecturaalahoradelte.blogspot.com.es/
Mentirse a uno mismo y, a base de hacerlo diariamente, creerse que es verdad.
EliminarUn abrazo, Aldonza.
La mentira es siempre lo mas fácil a lo que agarrarse, aunque casi nunca suele resolver nada.
ResponderEliminarBuen relato Sara.
Saludos.
Es verdad, por lo general la mentira enmaraña más la situación. Y si la resuelve, suele ser solo de manera superficial.
EliminarUn saludo, Alfonso.
Sin duda se encontraba en una situación en la que la mentira era el único arma del que echar mano.
ResponderEliminarGran micro, Sara.
Un abrazo.
O también podía decir la verdad. A veces depende de lo que el interlocutor desee oír.
EliminarUn abrazo, Yolanda.
Todos queremos que nos mientan alguna vez, no iban a ser diferentes los psiquiatras, je je.
ResponderEliminarAbrazos Sara.
Supongo que un buen profesional está "entrenado" para distinguir cuando un paciente se confiesa de verdad, o cuando miente. Como así también habrá personas expertas en el arte de la manipulación :-)
EliminarUn abrazo, Miguel.
Muy bueno, Sara. Cómo me sorprenden tus desenlaces abruptos, estudiados, sin tiempo para la duda. Me parece un micro irónico, inteligente, resolutivo, creativo.
ResponderEliminarUn abrazoooo
En una distancia tan corta cada palabra cuenta.
EliminarOtro abrazo grande para ti, Amparo.
Y sí, si no nos permiten otra salida, hay que mentir. Mi psiquiatra, por ejemplo, me creyó y ya me ves, después de tanto tiempo pude venir a visitarte.
ResponderEliminarVoy a decirte dos cosas más antes de irme. En primer lugar, siempre rechacé con cierto vigor afectado el mote de 'microrrelatista', porque no lo soy, pero contigo aprendí a respetar este género en el que eres única. Finalmente, quiero que sepas que tus palabras no pasan inadvertidas, me llena de orgullo lo que dices en mi espacio. Allí lo dije, acá lo repito, cuando la palabra de halago viene de una artista 'de verdad', el valor se multiplica.
Un beso grande.
HD
Por eso te he llamado "cuentista", porque cuando te leo siento que estoy ante un avezado contador de cuentos ;.)
EliminarGracias por tus palabras, Humberto. Desde que empecé este blog, hace ya casi tres años, has sido un referente para mí en la red. Tu calidad no decrece, siempre se supera y se afianza.
Un abrazo.
Interesante. Dentro de su simplicidad formal, de su ausencia de artificios, da para muchas vueltas. Me gusta.
ResponderEliminarEl antes y el después los tiene que completar el lector, que seguramente me odiará por dejarle trabajo :-)
EliminarUn abrazo, Miguelángel.
Me pareció una síntesis de toda una especialidad.
ResponderEliminarLa verdad esconde lo que nadie quiere considerar normal.
Un abrazo.
Así pasa a veces.
ResponderEliminarCool!
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