Gira la noche en tus ojos cuando danzas, la luna es ese punto de luz que refulge en tus pupilas; sin duda, tú eres la estrella que más brilla. Cruzas el escenario creando un torbellino en el aire con tus finos pies entrelazados. Tus gráciles brazos abrazan ese espacio vacío en el que yo ansío caber. Entonces corres hasta mí y yo tomo tu mano haciéndote volar en un frenesí de piruetas y de éxtasis…
El dolor de mi lesión me devuelve a la realidad. Desde el palco contemplo, resignado, cómo bailas en brazos de otro hombre.
Un primer párrafo que consigue que el lector levite en la escena con los personajes, te hace sentir ligero, y luego ese perfecto cambio brusco para exponer el sentimiento de impotencia del narrador. Me ha gustado, Sara. Besitos
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