La tormenta de arena formó una duna sobre su cuerpo acurrucado como un feto de ojos cerrados y pegados; el rugido taponaba sus oídos como el polvo su boca. Indefenso aguardó clemencia hasta que el cielo lo escuchó, cesando su ira. Ahora solo hay silencio en su tumba de arena.
F A B U L O S O!!!!!
ResponderEliminarBravo Sara
Gracias, Patricia. ¡Cuántas historias se esconden bajo las dunas!
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Sara, una historia genial. Me encantan las historias del desierto.
ResponderEliminarTe dejo un link al cuento que a mi me inspiró Corazón de arena por si te apetece leerla. Por cierto gracias por los comentarios que me dejaste.
Besitos Sara
Bella y triste historia.
ResponderEliminarUn abrazo, Sara.
Hola Nuria, me ha encantado tu cuento, como las demás historias que publicas en tu blog. Enhorabuena. Un beso.
ResponderEliminarGracias MJ. Un abrazo.
La vida a merced de la fuerza de la Naturaleza. ¿El 'cielo' escucha alguna vez?
ResponderEliminar;)
ResponderEliminarPuede que el cielo escuche, Luis, pero eso no altera los acontecimientos, que siguen su curso...
ResponderEliminarMe encanta esa sonrisa, Cormorán.
Saludos a ambos.