Quizá la luna sea un simple sueño plateado y redondo; y quizás el viento apenas un soplo, el mísero aliento que aún respiro. Desde que mi amada fue testigo y víctima de mi transformación, revelando mi existencia antes de morir, habito confinado en este agujero mugriento y sin luz, plagado de insectos y roedores de los que me alimento; surcado por fétidas aguas que agreden mi olfato y mi dignidad. Mientras me relamo las heridas infligidas por la debilidad de ese amor, ignoro mi instinto, mi origen, mi sino. Unas veces las cloacas me devuelven el reflejo turbio de un hombre; y otras veces, el de un infame animal.
De lo que no hay duda es de esa dualidad racional e irracional que habita en todo ser humano.
ResponderEliminarNo deja de sorprenderme tu capacidad creativa y ese estilo tan personal de plasmarlo en el papel.
No me canso de leerte.
Un abrazo.
Podrías escribir microcuentos en papel de lija que, con las palabras duras que utilizas, con oscuros finales, que siempre volvería a leerte.
ResponderEliminarUn beso Sara
Muy bueno, Sara!!!
ResponderEliminarPlaneo conservarlo en el próximo número de miNatura. Espero no equivocarme...
Un beso grandote
Me encanta la variedad de soportes que utilizas para las ilustraciones, siempre muy apropiados para el tema.
ResponderEliminarY qué pena cuando el amor acaba sumido en la oscuridad pestilente, ahí andamos sin saber muy bien cómo salir ni cómo demonios entramos en las alcantarillas.
Besos
La mayoría de las leyendas tratan de la dualidad llevada a los extremos. Hombre-dios, hombre-lobo, hombre-demonio... Es un tema fantástico para la literatura. Un saludo, MJ.
ResponderEliminarGracias, Nuria. No todos mis micros son tan negros ¿o sí? Besos.
Hola Patricia. Es verdad que me inspiré en el nº siguiente de la revista para escribirlo. No sé todavía si nos veremos allí :)
Me encanta probar diferentes soportes, Acapu. Esta ilustración, en especial, está pintada sobre tela rústica sin boceto ni idea previa (esto es lo que salió). Un abrazo.
Provocas muchas imagenes con este micro y lo remata esa ilustración tan sugerente.
ResponderEliminarBesos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAunque la pérdida de visión, el dolor, el cansancio por toda una vida atormetada, la decrepitud de la enfermedad, lo acosaban, con todo el peso de su erudicción, el famoso crítico literario C. examinaba los textos como si estudiara al microscopio la textura de un lienzo, el origen y la calidad de los pigmentos, los minuciosos procesos materiales sin los cuales no existiría la obra. Revelando los caminos por los que el texto que leíamos había llegado hasta nosotros, nos hacía más sensibles a la cualidad viva y urgente de los microrrelatos. Puesto que la lectura también es placer, provocaba o incitaba, en la medida de lo posible, a aumentar el interés por el autor y su obra, y un deseo, casi inconfesable, de mirarse o sentirse en ella, en aquellas imágenes de las que no podíamos apartar los ojos, para profundizar en nosotros mismos...
ResponderEliminarGracias, Elisa. A veces los textos provocan imágenes y las imágenes sugieren palabras.
ResponderEliminarSuele pasar que el autor se funde con su obra, incluso a los ojos del lector/espectador.
Un abrazo a ambos.
Muchas veces no somos conscientes de lo que tenemos, no sabemos valorarlo y lo destruimos. Es entonces cuando, tarde, lo apreciamos en su real valía. Arrepentidos por ello, solo nos queda pagar la elevada factura del valor perdido y no disfrutado entre lágrimas y sollozos, haciendo de nuestra amargura penitencia por lo perdido
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