Deshojando la margarita supe que me quería, pero
debía forzar la situación o ella jamás se daría cuenta. Armado con algo más que
paciencia, la esperé a la salida del bar donde cada noche me regalaba una
sonrisa. La observé dirigirse hacia el aparcamiento. Siempre me había atraído
el vaivén de su andar, aunque esa noche su sensualidad parecía cansada y en su
cara juvenil se percibían los surcos dejados por el fastidio. Trató de rehuirme, pero no lo consiguió ni con su inicial indiferencia ni con sus postreros improperios.
Tampoco los gritos le sirvieron de ayuda porque sus lágrimas, que caían como
pétalos, contradecían el vaticinio anterior: ella realmente no me quería.
Creo que es la primera vez que leo algo tan desagradable (Estoy hablando del tema) y prevalece el gusto por las palabras con que ha sido escrito el texto sobre lo que es la idea de lo ocurrido en sí. No sé si se entiende lo que digo...
ResponderEliminarSí que te entiendo, Montse. Sé que suena demasiado fuerte y desagradable escuchar en primera persona la obsesión de un asesino. Pero hay que ver de lo que son capaces éstas teclas: un día hablan de belleza y amor, otras de gritos y muerte. Esas cosas de la vida...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Las obsesiones que no se canalizan pueden derivar en tragedias personales. El título me ha parecido perfecto, y no he podido evitar un ligero escalofrío.
ResponderEliminarMenudo micro más tremendo!!! Ojalá sirviera para que no pasasen estas cosas!
ResponderEliminarBesazos enormes
La obsesión es terrible cuando se lleva a sus últimas consecuencias.
ResponderEliminarGran micro y original ilustración, Sara.
Besos.
Sara, es duro el relato y más cuando está disfrazado desde el principio con esa ternura del amor juvenil. El golpe final es aún más fuerte.
ResponderEliminarMe ha gustado, aunque me ha dejado tocado. Eso es por lo bueno que es.
Un abrazo.
Qué tierno el principio y qué duro el final. Es tremendo y durísimo. Me deja un regusto amargo. Como siempre, muy bien escrito. Un beso.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, tierno, con ese inicio tan tranquilo, pausado que para nada deja ver la tremenda realidad que enmascara el final. Muy bueno, Sara.
ResponderEliminarBesitos
Ha sido como una película de terror, que cuando menos te lo esperas te da un susto que te levanta del asiento.
ResponderEliminarNuestra parte oscura también se libera en los relatos y, a veces, son las historias más intensas.
Besos y que pases un buen día sin obsesiones
Laura: Las obsesiones, como tú bien dices, muchas veces terminan mal.
ResponderEliminarOjalá nuestras palabras sirvieran, Dani. Ojalá.
Hola MJ. Este gif animado lo hice hace tiempo trasteando con un programita. Ayer lo encontré en el fondo de un archivo olvidado (el ordenador también tiene sus recovecos) y me inspiró este texto. Quizás esa repetición interminable que tiene me sugirió una obsesión.
Nicolás: Es que a veces empiezan así, como un amor bucólico que luego se idealiza hasta el extremo de sentirse con derecho a poseerlo.
Mar: Aunque deseamos que la historia continúe bella, que derive en un final feliz, lamentablemente no siempre es así en las relaciones, hay gente que tiene una idea muy equivocada y perversa de lo que es el amor.
Gracias, Elysa. Todo cambió para el protagonista cuando descubrió que su amor no era correspondido...
Hola Ana: Gracias. Hoy las teclas traen palabras más suaves de principio a fin :)
Abrazos fuertes!!
Fíjate tú que en una primera lectura, había entendido "NO contradecían el vaticinio anterior: ella realmente ( ) me quería.
ResponderEliminarY he pensado: jo, con el sicópata, hasta el final empañedo en que tenía razón la margarita. Claro, pensé, por aquello de "quién más te quiere te hará llorar".
Muy bueno;Sara (como lo entendí y cómo es)
Por cierto, las ilustraciones son divinas, que diría Boris.
Un saludo
El pobre personaje carecía de empatía, pues además de las curvas físicas de la chica debía saber asomarse a las curvas de su alma. ¡Qué infeliz, qué desperdicio, jajaja!
ResponderEliminarBesos