“Antes de que vuelva papá a rescatarme al
advertir que no estoy afuera como todos, que aún sigo en mi cama mientras la
casa se desmorona por el temblor, me despertaré y saldré a la calle; así él no
morirá por mí” pienso con fuerza para calibrar la máquina mientras pongo una
moneda en la ranura. La cabina entonces comienza a oscilar haciendo ruidos
extraños, las luces se encienden y se apagan y me transporto, pero nada cambia,
salvo yo al acabar el viaje. Ahora hay en mi rostro una sonrisa. Bajo
presuroso. Otro niño aguarda para subir al avioncito de juguete.
Si pudiéramos volver a nuestros pensamientos infantiles, tendríamos material para escribir miles de relatos. Bueno, algunos piensan como niños, pero ese es otro tema...
ResponderEliminarUn beso.
HD
Es verdad, Humberto. Y cuando se mantiene de mayor esa imaginación infantil es tan fácil hacer una regresión como viajar al futuro :-)
EliminarUn abrazo.
El comienzo me encantó sobremanera.
ResponderEliminarGracias, Cybrghost. Besos.
EliminarPrecioso y tierno intento el de este niño. Pero las máquinas del tiempo, de momento, sólo existen en la imaginación... ¿O no?...
ResponderEliminarMe gustó este relato con toda la carga de culpabilidad que arrastra este pequeño.
Un beso Sara.
El no ya lo tenemos, dicen ¿por qué no intentar buscar el sí, imaginar que se puede cambiar lo inevitable?
EliminarGracias, Yashira. Un beso.
El chavalín y su máquina del tiempo para salvar a su padre. Desde luego que la idea es producto de una imaginación como la tuya Sara. No creo que entre los novecientos recibidos hubiera cosa igual. Debieran proponer premios alternativos para los ¡más originales!.
ResponderEliminarUn besote.
La historia parece tan original porque es real, como los deseos del niño de cambiarla. Y aunque las máquinas del tiempo no existen, sí existe la madurez que llega con el paso del tiempo y que nos ayuda a aceptar lo inevitable, e incluso a darnos cuenta de que somos el resultado de nuestras vivencias, y que cambiándolas, seríamos otros.
EliminarPues eso, que es mi historia y yo vendría a ser "el niño" del cuento.
Y a ver si me pongo las pilas y pillo el "estilo" que buscan en el ReC :-)
Un abrazo, Laura.
Me gustan los microrrelatos. Una bonita manera de poner muchas cosas en poco espacio. Leyendo este último me viene a la memoria aquella cacnción que decía:
ResponderEliminar"reloj no marques las horas porque tu vida se acaba..."
Saludos para todos los que pasen por aquí.
Como lector, en los microrrelatos tienes menos trabajo leyendo y más interpretando y rellenando la historia. Me alegra que disfrutes al leerlos.
EliminarUn saludo.
Muy bueno, Sara. Al leerlo he regresado "al cuarto de los juegos", esa habitación que tratamos los adultos que no se cierre nunca. El escribir es una manera de mantener abierta esa puerta; tu micro lo demuestra. Ah, y hay chiquillos que ni tan siquiera necesitamos la moneda. No pierdas nunca esa imaginación.
ResponderEliminarUn beso.
Una caja grande de cartón o unas mantas cubriendo los laterales de la mesa y ya teníamos la nave espacial, el túnel del tiempo...
EliminarY si la imaginación no perdura, siempre nuestros niños se encargarán de avivarla.
Un beso.
Fantasía pura, geniales recuerdos de la niñez. Me gustó mucho.
ResponderEliminar¡Saludos!
Gracias, Juanito.
EliminarUn abrazo.
Tus micros siempre son apasionantes y dan pistas para futuras lecturas...Rememoran algunas olvidadas y suscitan interrogantes sobre la importancia relativa de tal o cual recuerdo al pasar el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Qué alegría volver a verte por aquí, Amigo mortal.
EliminarMis micros llevan siempre un cachito de mí, aunque sean pura fantasía.
Un abrazo.
Fantástico micro, Sara, en el que consigues -gracias a la inocencia del niño- endulzar una historia muy triste. Perfectamente hilvanada, con un gran acierto en la voz narradora.
ResponderEliminarUn abrazo,
Los niños siempre endulzan cualquier historia con su voz inocente y su sonrisa.
EliminarMuchas gracias, Pedro, por tu comentario.
Un abrazo.
Sara, entrañable micro. Yo ya tengo hijos mayores pero, al leer tu texto, he vuelto a recordar , a sentir de cerca, ese mundo lleno de miedos y de sueños, de ternura y de amor sin límites que es la infancia. Gracias.
ResponderEliminarDe pequeños siempre hemos tenido mucha imaginación, era otro mundo,
ResponderEliminarbonito relato, un placer.
que tengas una buena semana.
un saludo.
Y el miedo de los padres pensando en el miedo del hijo.....
ResponderEliminarCuantas veces pensamos, "no debería haberle dejado subir, mira que si le pasa algo..." Pero esa sonrisa final, cuando regresan ilesos de su mayor aventura...Borra cualquier miedo pasado.
Un besote
Bonito viaje a la infancia Sara.
ResponderEliminarUn saludo
Con tu manera de contar, endulzas una historia muy triste y haces que termine de leer un una sonrisa.
ResponderEliminarBesitos