El niño, encaramado sobre una
silla, declama
con fervor su poema. Los demás miembros de la familia –concentrados en sus
quehaceres– no le prestan atención. El pequeño entonces afina la voz y comienza
de nuevo. Esta vez recita más alto, con más fuerza y entonando mejor, pero nada. Su
madre continúa fregando los platos con la mirada perdida en el amarillo de la
esponja; su padre, arrellanado en el sillón, se abstrae detrás de las páginas del periódico y su hermana, encerrada en su habitación, se afana en
escribir en su diario el dolor que todos se han negado a admitir en voz alta.
Harto de sentirse ignorado, el niño se dirige a la terraza y allí se enfunda con una sábana blanca robada del tendedero. Resignado vuelve al salón convertido en un clásico fantasma. Piensa que así, al menos, les dará un buen susto.
Harto de sentirse ignorado, el niño se dirige a la terraza y allí se enfunda con una sábana blanca robada del tendedero. Resignado vuelve al salón convertido en un clásico fantasma. Piensa que así, al menos, les dará un buen susto.
Pobre alma en pena, solo quería atención.
ResponderEliminarSaludos.
Buena idea la de colocarse la sábana.
ResponderEliminarPrecioso micro, Sara. Me encanta.
Un beso.
Ja ja ja que bueno, me imagino a Gabriela haciendo eso cuando no le prestamos atención y me descojono ja ja ja
ResponderEliminarLa ilustración es preciosa.
Besazos enormes
Parece que el niño acepta su nueva condición como si se tratase de un juego. Pobre.
ResponderEliminarSara, a veces por desgracia los artistas deben buscar una forma extravagante de mostrarse. Este niño, con su inocencia, acabará que sus poesías resuenen en los oídos sordos de su familia.
ResponderEliminarMe gustó el micro.
Un abrazo.
Pobre niño, debe recurrir a la sábana para que al menos le hagan caso y le vean de alguna forma.
ResponderEliminarMe gustó.
Besitos
Me gustó Sara, como siempre. Y ese dibujo del niño, con su pelo crespo, esos ojos de desespero...cubierto con su sábana de fantasma. Este mundo es algunas veces así, te obvia, te omite, y es mejor convertirse en un fantasma etéreo, ingrávido, y volar entre los sueños, cabalgar nubes...o darle un susto a tus padres...
ResponderEliminarUn abrazo
Todo artista busca la manera de llamar la atención...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Enmascarado: Es difícil llamar la atención cuando nadie te ve... Y peor cuando desearían tanto poder hacerlo.
ResponderEliminarMJ: Dicen los fantasmas que el truco de las sábanas siempre funciona :)
Gracias Dani: Los niños tienen recursos para todo :)
Alberto: Aunque su condición es nueva, sigue siendo un niño...
Nicolás: Al final, seguro, su familia logrará percibirlo. O sus poemas resonarán en el aire, o se asustarán de ver flotar una sábana blanca :)
Elysa: Al final, la sábana termina siendo el clásico recurso.
Gracias, Xavier, No importa la forma o la circunstancias, lo importante para el niño es mostrar que, de alguna manera, sigue existiendo.
Abrazos fuertes!
La soledad, inagotable materia narrativa. Me gustó mucho el tono y el ritmo de esta historia y la forma como lo trasladas a tu ilustración.
ResponderEliminarUn abrazo Sara. Acamparé por aquí de vez en cuando, con tu permiso.
Uno de los cuentos de fantasmas más bellos, y tiernos, que he leído.
ResponderEliminarBravo, Sara!!!!
Absolutamente maravilloso y tierno. El niño sigue jugando de muerto igual que cuando estaba vivo intentado llamar la atención. Me ha gustado mucho esa madre perdida en el amarillo de la espoja, pobrecilla. El detalle de la sábana una gozada. Me ha encantado. Un beso.
ResponderEliminarLos que somos padres conocemos este tema muy bien. O debiéramos. Encontrar el equilibrio entre ceder siempre ante caprichos del niño y atender los requirimientos realmente imporantes para él es un arte. Tú, con este micro divertido nos has recordado este tema. Lo que más me ha gustado es la inventiva del chaval, saberse buscar la vid para reclamar la atención que necesita. Chapeau para él. Y para ti, por supuesto.
ResponderEliminarHola Isabel, bienvenida! Gracias por tu comentario. Me acabo de pasar por tu "isla" y me ha encantado. Yo también volveré a visitarte a menudo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Patricia. Es que este pequeño fantasma solo quiere volver a ser el niño de la casa, sentirse parte de la familia otra vez.
Mar: Cuando escribía el cuento me la imaginé a la madre justamente así, mirando sin ver el amarillo de la esponja mientras fregaba...
Francisco: Es muy real lo que planteas: buscar ese equilibrio es difícil. Mi hijo de cuatro años ha empezado con la etapa del "NO"... ¿es verdad que les dura hasta después de la adolescencia ? :)
Abrazos fuertes.
Hasta una tercera lectura no me he percatado de que el niño no vive. Por eso no lo escuchan, por eso esa imagen familiar tan deprimente, por eso ese dolor, el que se han negado a admitir.
ResponderEliminarJolín, es que ahora el relato es otro. Mecachis, qué bueno es. Felicidades.
El dolor de la familia, sufrido en soledad y silencio, y los esfuerzos inútiles del pequeño me han conmovido. Y para rematar, el dibujo le da un aspecto mágico que enternece.
ResponderEliminarGenial, Sara. Un beso
Si el niño no estuviera muerto, podríamos decir que, los niños, a veces, realizan los actos más insólitos para captar nuestra atención. Este niño y esta familia que describes, sería especial. Especial porque parecerían habituados a que su hijo declamara poemas, y continuarían con su rutina como si nada extraño ocurriera.
ResponderEliminarTu escrito sería entonces "La pérdida de lo realmente extraordinario", a lo que muchas pesonas parecen ajenas. Hay muchos niños "especiales" en el anonimato. Quizás demasiados.....
Habría que ver que daba más pena; su alma, o su poema. xD
ResponderEliminarUn saludo desde Ínsulas.
Hola, Miguel Ángel. El micro juega un poco con esas dos lecturas, una más tragicómica que la otra. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Ana. Para el niño el dolor es invisible, para su familia lo es él.
Un abrazo.
Me gusta tu lectura, Laura. A veces lo extraordinario pasa desapercibido, o la costumbre hace que ya no se perciba como un don.
Un beso.
Rublo: Habría que verlo y escucharlo, sí. En cualquier caso, daría un poco de escalofríos :)
Un saludo.