Los amigos de La Esfera Cultural me han publicado hoy este texto con motivo de su convocatoria "La otra Navidad".
Abre las ventanas para que se marche ese aire denso y pegajoso acumulado durante el interminable año en que te mantuviste encerrado. Corre las cortinas para que la luz revele tu verdadera apariencia, esa que solo el día de Nochebuena piensas que vale la pena mostrar. Desnúdate ante el espejo y mírate con renovada ilusión; incluso, si puedes, esboza una sonrisa. Toma una ducha caliente con jabón perfumado, haciendo hincapié en desenredar tu hirsuta barba. Rescata del perchero esas prendas coralinas que te hacen sentir tan benévolo e importante y sal a la calle. Pon dos dedos en tu boca y silba vigorosamente llamando a los renos y aguarda pacientemente a que lleguen surcando los cielos al son de sus cascabeles. Mientras tanto, mantén bien asidos tus sacos de regalos, no vaya a ser que, en medio del ajetreo típico de estas fechas, otros que también se creen Papá Noel se los quieran anexar. ¡Ah! Y no te desanimes si al final es un taxi el que pasa a recogerte.
Este microrrelato a sido distinguido, junto a otros, con una Mención Especial del Jurado, en la convocatoria "La otra Navidad" de La Esfera Cultural.
He estado en La Esfera y he dejado un comentario, luego te he encontrado por otros blogs amigos y no me he podido resitir a volver a leer, observar tu ventana y, por supuesto a comentar...
ResponderEliminarMi aportación a la convocatoria se llama "Aquí nunca nieva" por sí la quieres leer...
Besicos
Me paso por acá gracias al azar en otros blogs. Papá Noel es un buen hombre, y por ser uno de ellos, tenemos el gusto de serlo cualquiera. El taxi no nos quita la magia. Lindo cuento. Abrazos.
ResponderEliminarBuenísimo, Sara. No se me ocurre decirte otra cosa.
ResponderEliminarSaludos.
Acabo de leerlo en La Esfera. Muy tuyo. El taxi rompe toda la magia que destila todo el relato, que nos hace creer como cuando éramos niños y luego va y viene el taxi y a la mierda la bicicleta. Me ha encantado. Un beso.
ResponderEliminarHola Cabopá, gracias por comentar también aquí. Ha sido muy agradable leer tu relato. Yo también me apunto a esa "cena verde". Un beso.
ResponderEliminarEskimal: Muy buena lógica. Todos somos buenos y nos gusta regalar. Un saludo.
Gracias, CDG. Un abrazo.
Mar: La magia continúa, los niños nunca sabrán que lo trajo un taxi :-) Besos.
Tal y como están las cosas, esperate tú que no tenga que irse en bus. O andando.
ResponderEliminarEsta crisis no respeta nada.
Chica, me voy unos días, y lo que produces...
Otro abrazo (bueno, el mismo pero largo)
Un relato que mezcla la nostalgia de cuando éramos niños y el mundo parecía tan bien hecho, con la cruda realidad de la vida moderna y su escaso romanticismo.
ResponderEliminarMuy bueno el contraste, Sara.
Aquí Papá Noel tendrá que cambiar de ropa y afeitarse, pues con 33 grados la va a pasar muy mal en su ropa habitual. Por cierto, no sé si va a encontrar taxis libres.
ResponderEliminarUn beso enorme.
HD
Yo sólo tengo un pero, Sara.
ResponderEliminar¿Dónde está la ilustración de ese Papa Noel coralino cogiendo el taxi?
Miguel Ángel: Con todos los recortes que aún nos esperan... Es que los renos voladores son de lujo :-)
ResponderEliminarFrancisco: En esta era de consumo en que todo se produce como clones, podemos encontrar a tantos Papá Noeles en las calles como taxis...
Humberto: Qué bien se está allá en estas fechas brindado con sidra y "ananá fizz" en el patio... Siempre pensé que me encontraría a Papá Noel en taparrabos (eso sí, rojo :-)
Fernando: Es que no se ha dejado retratar, tenía mucha prisa por repartir los juguetes...
Abrazos fuertes y gracias a todos por leer y comentar.
Enhorabuena Sara!!!
ResponderEliminarCon tanto Papá Noel no hay renos para todos, jeje.
Besos desde el aire
Felicidades,me parece un relato precioso.
ResponderEliminarEl alma de la Navidad puede viajar en cualquier medio de transporte. Hasta en un trineo tirado por renos.
Un fuerte abrazo.
Sara, me gusta este retrato de Papá Noel, tan humano y cercano, como alejado y misterioso. ¿Dónde vivirá? Yo no me creo que resida en LaPonia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Allí te dejo este comentario: Este relato en segunda va dirigido al lector. Un lector que no es papá Noel, sino cualquiera que una vez al año "se siente benévolo e importante", es decir, los hp y los pobres hombres. ¿Cómo llego a esa conclusión? Por el taxi final. O al menos es lo que me has transmitido, Sara. Buen trabajo.
ResponderEliminarAquí te pregunto si mi conclusión es posible.
Nos leemos.
Rosa: Con lo cómodos que serían los renos voladores para sortear los atascos de Navidad... A conformarse con el taxi.
ResponderEliminarAlbada: Dicen que todo es posible si creemos en ello...
Nicolás: Yo tampoco. A decir verdad, creo que no vive muy lejos... Podría ser cualquiera de nosotros.
Ximens: Has acertado con tu conclusión :-) Era la idea que tuve al escribirlo.
Abrazos!!
No es nada fácil narrar en segunda, lo consigues, das la distancia para ver a ese Papá Noel de un día que al final va en taxi como cualquiera.
ResponderEliminarBesitos
Por cierto, Sara, en uno de los micros publicados en la Esfera, en el de Fernando Martínez, titulado "En busca del gordo de Navidad", se descubre que hay una operación llamada "Blood Project" que se ha puesto en marcha en todo el territorio para cargarse a papas noeles. Allí te he dejado un aviso sobre la importancia de proteger a este Papa Noel, el auténtico. Ten cuidado, por si acaso también vienen a por él. Ya sabes que allí están pasando cosas.
ResponderEliminar;) Magnífico (en serio).
Hola Sara, muy buen micro para rescatar a ese papa noel que debemos llevar dentro en alguna delas fechas señaladas. Porque llevarlo, seguro que lo llevamos,otra cosa es que le dejemos aflorar. Lo del taxi es la guinda, pero como te te diceMiguel Angel, a ver si va a ser el bus, o el tren de San Fernando, un ratito a pie y otro andando.
ResponderEliminarUn besote.
Me ha encantado, este relato resume el desencanto que a muchos nos provocan estas fechas a la perfección.
ResponderEliminarUn abrazo
Mar: Todo un año esperando ese día en que él se convierte en alguien especial, para comprobar que solo es uno más de tantos otros disfrazados de rojo...
ResponderEliminarAmando: Me he pasado a leer sobre esa proyecto de asesinatos en serie... y no me queda más remedio que agregar un apartado en esas instrucciones advirtiéndole del peligro :-)
Gracias por avisar. Y gracias por tu comentario. Besos.
Laura: Si hay que ir, se va hasta gateando... No sé como lo hacen, pero casi todos los Papá Noel logran entrar por las chimeneas a dejar sus paquetes.
Ximo: Cuando nos enfrentamos al ajetreo de los centros comerciales, a los empujones, al tráfico, al despilfarro hasta en las luces... fácilmente llegamos al desencanto.
Abrazos!