Raquel
regresó a casa después de una agotadora jornada de
trabajo y se hundió en el sofá. Sus piernas cansadas no dejaban de gritar, así
que no tuvo más remedio que reposarlas en posición elevada sobre un cojín.
Después de emitir al unísono un suspiro de alivio, sus pies comenzaron a
hablar, aprovechando que por fin podían mirarla cómodamente a los ojos. Sin
tapujos le recriminaron todas sus desventuras, culpándola de propiciar sus
continuos roces, erosiones y protuberancias. Un tanto arrepentida, Raquel
decidió mimarlos arreglándoles primorosamente las uñas y proporcionándoles un
cosquilleante masaje, a lo que ellos respondieron con risas. Sin embargo, poco
les duró el jolgorio. La joven, tras arreglarse para su cita, se calzó unos
flamantes zapatos nuevos; ahogando las protestas e insultos de sus pies dentro
de unas tortuosas sandalias de tacón de aguja.
Sara, eso se llama engordar al cerdo antes de matarlo. Me gustó la originalidad y los reproches de los pies, a los que deberíamos cuidar más.
ResponderEliminarUn beso.
PD: Me gusta mucho este dibujo. Ah, por cierto, a ti no te he preguntado por las Microjustas. ¿Estás?
jajajajaj, no cabe duda sobre quien está para servir a quien.
ResponderEliminarEste dibujo tan realista y precioso es muy distinto a los que tus seguidores, que no sabemos nada del tema, estamos acostumbrados a admirarte.
Mñana publico mi hipermini con tu ilustración!!!!
Gracias
Beso
Muy original micro donde unos pies son capaces de hablar, je je. Y un dibujo diferente, tanto que, si no lo supiera, nunca hubiera imaginado que fuera tuyo.
ResponderEliminarTu creatividad es envidiable, Sara.
Un beso.
Jaja,me hizo gracia la historia,aunque yo veo el pie como más de hombre que de mujer >.<
ResponderEliminarLos pies son la parte más importante de nuestro cuerpo y qué mal los tratamos, sobre todo las mujeres. Pero en petit comité, ¡qué bien quedan unos tacones de aguja!. Un beso Sara.
ResponderEliminarLos pies, esos olvidados que a veces dejan más huella que nosotros mismos...
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca entendí porque las mujeres, en general, os gusta tanto sufrir mediante el calzado. Muy divertido. Y me encanta el dibujo.
ResponderEliminarNicolás: Lo has definido bien con lo del cerdo :-) No estoy en las microjustas, no pude inscribirme en su momento porque mi conexión a internet era pésima (y lo sigue siendo)
ResponderEliminarPatricia. En la mudanza encontré un bloc de dibujo del que ni me acordaba, con algunos bocetos a lapiz, como este. Y surgió de él este microrrelato...
He visto el nano para el dibujo. ¡Fantástico!
MJ: Hubo un momento en que dibujaba manos, pies, sillas, modelos desnudos... pero ahora me apetece más dibujar mi mundo imaginario; porque hasta para mí es una sorpresa el resultado!
Byron: Pues el pie es de mujer, e igualito al original. Solo que, como el del relato, es un pie que por lo visto anda necesitado de mimos :-) Besos.
Mar: Es verdad que los tacones así estilizan la figura... Lástima que no me los soporto!
Un abrazo.
CDG: Es verdad que las huellas que dejamos son a veces más efímeras que las dejan nuestros pies :-)
Un abrazo.
Cybrghost: Yo ya he pasado la etapa de sufrir, y ahora me decanto por la comodidad...
ResponderEliminarMe alegra que te guste este pie tan realista (con sus callos y juanetes jajaja)
Besos.
Una pierna adosada a un pie que sin duda es atormentado por unos vertiginosos tacones.
ResponderEliminargenial !!
Un saludo !!
Me encanta mucho el dibujo, está pintado justo desde el punto en que están los ojos de una persona tumbada en un sofá. Da credibilidad a esos pies que hablan, pobrecitos míos, y qué vida tan dura.
ResponderEliminarUn beso, Luisa.
Clip: Seguro que es la pierna la que está adosada al pie, parece a veces que son ellos los que mandan...
ResponderEliminarUn saludo.
Luisa: Así está pintado, desde la comodidad del sofá, para que puedan hablar mirando a los ojos :-)
Besos.
Daniel: ¡Los pies debían tener algún día su protagonismo!
ResponderEliminarYo no soy profesional en esto del dibujo. Pero me gusta, y es un medio de expresión más para mí.
Un abrazo.
Ellos que nos llevan a todos lados y qué olvidaditos los tenemos. Vamos, al menos la mayoría. No digo yo de los fetichistas, que estos seguro que los miran con otros ojos y mucho más cariño.
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