La risa un poco ronca y una barba que siempre
pincha. Las manos prestas y sin tiento. Las piernas, flojas y velludas. La boca
jadeante, incapaz de esconder la lengua cuando se agita. Los ojos perdidos,
distantes, como si anhelasen traspasar mi cuerpo desnudo, la casita que
construimos años atrás en el bosque y el escarpado camino que lleva hasta el
sendero más corto, ese que nunca tomó por quedarse conmigo.
La foto es obra de Earthquakeboy.
Dedicado a Mar Horno.
jeje, qué bueno, los lobos, como los hombres, no piensan. Mar también me hizo escribir a mí. A ver si tiene suerte en el mensual.
ResponderEliminarLa frase se las traía, pero quizás por eso fue un incentivo.
EliminarLos lobos, por mucho que lo intenten, no pueden abandonar su verdadera naturaleza.
Gracias Ximens por tu comentario.
Un saludo.
Sumar tu micro al de Mar, da por resultado un placer doble.
ResponderEliminarGracias por la sonrisa que queda después de leer un buen texto como este.
Abrazos!
Gracias a ti, Patricia, por tus palabras.
EliminarBesos.
Como dice la canción: "nunca conocí un lobo al que no le gustara aullar..."
ResponderEliminarMuy bueno tu micro, ya voy a leer el conjunto. Saludos!
Muy acertada esa frase, Ana Laura.
EliminarUn abrazo.
Sara, me lo imagino acodado en una tasca charlando con una Gretel también envejecidad de 200 kilos dada su afición al chocolate, pidiendo copas de coñac y diciendo: "aquí donde me ves, cuando era joven, no había personaje de cuento que se me resisitiera".
ResponderEliminarA Mar le encantará
Jajaja. Imperdible la imagen que planteas en tu comentario.
EliminarUn abrazo, Manuel.
Lo sabía, sabía que el lobo feroz no murió en aquel cuento. Me gusta tu micro, me gusta imaginar a caperucita y al lobo escribiendo su propio cuento.
ResponderEliminarUn abrazo Sara.
Una vez pasado el idilio del comienzo, los propios cuentos hay que cuidarlos, que si no nos encontramos anhelando aquel camino que no tomamos...
EliminarUn abrazo, Ximo.
Sara, conociendo el destino de este lobo que me aterrorizaba cuando era pequeño, solo puedo añadir que me da pena. ¡Pobrecito! Si al final era un romanticón.
ResponderEliminarEstoy seguro que a Mar le encantará y que será una de las finalistas al titulo final. Así lo espero.
Besos.
Al final el lobo eligió el camino más largo, el de la pareja para toda la vida jajaja.
EliminarYo también espero que Mar esté en esa final. Lo merece.
Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha parecido que lo describe con frialdad, indiferencia, desprecio y añoranza. Una suma y mezcla de emociones que traicionan o evocan su recuerdo... No sé qué siente realmente esta Caperucita. Por eso me gusta.
ResponderEliminarUna prosa evocativa y suave para desgarrar o contaminar artísticamente un mensaje.
Besossss
Yo creo que ella siente que él ya no es el lobo feroz del que se enamoró. Tanto "domesticarlo" para adaptarlo a sus gustos tiene sus costes. Y él que anhela ser lo que fue, o lo que pudo llegar a ser... Vamos, que padece la "crisis de los cuarenta" :-)
EliminarUn abrazo, Petra.
Endiablada frase de inicio la que dejó Mar en la penúltima semana de relatos en cadena. Me fue imposible construir algo digno con ella.
ResponderEliminarSin embargo, veo que tú lo has hecho y de un modo muy original. Me ha gustado tu lobo decadente.
Un beso.
Una frase de inicio complicada, aunque inspiradora. No todas lo fueron para mí esta temporada de ReC, en la que solo participé cuatro veces.
EliminarGracias, MJ. Un beso.
Me gusta más este final para el lobo :)y Mar seguro que está encantada con tu dedicatoria. La frase de inicio se las traía...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Es un final mejor que el del cuento, aunque quién sabe si él no se arrepiente de haber dejado atrás su naturaleza salvaje...
EliminarUn beso, Rosa.
Execelente Sara.
ResponderEliminarGracias, Yolanda.
EliminarBesos.
Me gusta este otro cuento para el lobo. En el fondo es un romántico, ahí está enganchado a Caperucita.
ResponderEliminarBesitos
Tan enganchado está que no se atreve a salir... Otra versión del clásico :-)
EliminarUn beso.
Encadeno contigo " el sendero más corto, ese que nunca tomó por quedarse conmigo", dejando atrás su pasado cánido y sus instintos primarios, su pan y su trigo. Seducido por la túnica azul que construyó para mi piel.
ResponderEliminarSi me permites.
Un fuerte abrazo.
Claro que te lo permito y no solo eso, te agradezco que continúes mis cuentos con tus palabras.
EliminarUn beso, Albada.
Me encanta tu micro Sara. Nunca pensé que una frase mía de ReC encabezaría los cuentos de mis amigos blogueros. Esa Caperucita y ese Lobo encarnan la relación que mantienen mujeres y hombres. En realidad nada nos diferencia de los animales, ni de los cuentos. A mí siempre me fascinó el Lobo de Caperucita, tan ladino, tan listo, tan hambriento, tan desgraciado, tan lobo. Luego vino Félix Rodríguez de la Fuente y se me calleron los palos del sombrajo. Un beso y muchísimas gracias por la dedicatoria.
ResponderEliminar¿Ves? Siempre llega la recompensa al buen hacer y al talento.
EliminarA mí también me fascina ese lobo en todas sus facetas posibles.
Un abrazo y mucha suerte, Mar.
Me gusta. Una mezcla de muchos sentimientos encontrados de dos personajes en muy pocas líneas.
ResponderEliminarConfesiones de alcoba, de convivencia, de sueños cumplidos y otros truncados... es decir, la vida misma.
EliminarUn abrazo, Cybrghost.
Qué bella historia de amor. Aquí sí encaja perfectamente y sin guasa aquel "Hola, mi amor, soy yo tu lobo...". Precioso, Sara, hasta el final, con ese sendero que nunca tomó.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Miguelángel. Una historia de amor como cualquiera, con altibajos, con elecciones y renuncias...
EliminarUn abrazo.
Buena divergencia para un cuento mil veces contado en la misma línea. nunca se me hubiese ocurrido que el lobo y caperucita acabaran de esta forma. ;)
ResponderEliminarLa frase de Mar...difícil, pero muy iluminadora para millones de historias diferentes. Tu micro : muy bello y bien escrito.
Un abrazo Sara.
A mí tampoco se me hubiese ocurrido esta historia si no fuese por la frase de Mar :-)
EliminarUn beso.
Felicidades Sara por humanizar más si cabe al probre "lobito". Me gusta el micro, y no sé por qué el cuento de Caperucita Roja se presta a mil transformaciones. Yo he hecho ya tres que algún día colgaré en mi cuartito virtual.
ResponderEliminarUna perta y a seguir sorprendiéndonos.
Gracias, Cortacuentos. Esta es mi segunda transformación del clásico. Es verdad que tiene algo este cuento que se presta a ello. Estoy segura que sus personajes disfrutan de que no llegue nunca su punto y final...
EliminarUn abrazo.
Esta caperucita es un amor. No hay duda que el lobo debe ser un gran tipo. El aspecto que le otorgas dista mucho del sex-symbol.
ResponderEliminarUn besote con aullidos