Aquella noche de ruidos
extraños en la azotea él me dejó sola en el sofá, con algo más que una película
a medias; y cuando regresó al rato diciendo que nada ocurría allá arriba, supe que tampoco pasaría nada aquí abajo. Entonces me vestí dispuesta a
irme, pero nunca llegué a salir por la puerta ni a ponerme el zapato que le
lancé a la cara cuando reconoció que se inventaba excusas para no estar conmigo;
en cambio me dirigí hacia el balcón para escapar por la cornisa, no sin antes
echar una última mirada a mi tacón de aguja clavado mortalmente en su ojo.
Este es un fragmento de una foto de Earthquakeboy.
¡Vaya carácter!. Mantiene bien el suspense, lo esperable era una reacción al revés.
ResponderEliminarUna mujer de armas tomar :-)
EliminarUn saludo, Cybrghost.
Final cruento y sorpresivo. Pero ante malas excusas, malas respuestas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esos son los peligros que acarrean las reacciones violentas espontáneas. Quizás ella solo quería arrojarle un zapato, sin más...
EliminarUn abrazo, Albada.
ÉL? Un cobardica. Y ella? Muy tremenda.
ResponderEliminarNo, no parece que fuesen a tener un futuro como pareja, ahora... el como se desarrollaron las cosas y como nos las cuentas, Sara, cosa tuya, me ha gustado mucho. Directa y al grano, no podía ser de otro modo.
Gracias, Luisa. El micro lo escribí de un tirón, como si la protagonista me lo estuviese contando. Cuando escribí el final pensé: ¡Ah, por eso dijo que nunca llegó a ponerse el zapato!
EliminarUn abrazo.
Mujer de armas tomar, no digo que sin razones pero vaya, vaya, miedorrrrrr de aguja jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
David, es que los tacones de aguja son muy peligrosos si son certeros.
EliminarUn saludo.
No dudo que se merecía un escarmiento, pero... ¡madre mia! qué escarmiento...
ResponderEliminarSorprendente final Sara.
Un abrazo.
Puede que el escarmiento se le haya ido de las manos...
EliminarUn abrazo.
Carmba Sara Ses final me ha descolocado. Ocurrente genialidad!
ResponderEliminarSaludos.
Seguro que la protagonista también se sorprendió de que su zapatazo fuese tan certero :-)
EliminarUn saludo.
Yo no uso zapatos de tacón por eso mismo. Por si me dieran ganas de clavarle mi aguja a alguien. ;) El final es soberbio, porque de repente, la pobrecita se re-arma y ya no hay quien le sople.
ResponderEliminarJaja ...y la ¡¡foto!! ¡qué bueno!.
Besos Sara, un gusto leerte.
Y huye como en las películas. Luego, a preparar una coartada :-)
EliminarGracias Laura por leerme. Besos.
¡Wow! Qué final.
ResponderEliminarBuenísimo.
¡Saludos!
Me tomó el final por sopresa! un gran giro a la historia
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