Martín perdió un día la
ilusión. Sucedió cuando se lavaba la cara después de largo rato sin dejar de
llorar. Para cuando quiso darse cuenta, ya se había escurrido por el fregadero.
Y mientras sus padres hacían lo imposible por ayudarlo a recuperarla —que
si el desatascador de goma, que si un alambre doblado en la punta, que si mejor
desenroscar el sifón del lavabo antes de que la ilusión desaparezca
completamente por el desagüe—, Martín se miraba altivo y sonriente en el espejo
del baño. Se sentía tan mayor al saber la verdad…
Este es el microrrelato con el que participo este mes
en el blog: esta noche te cuento
El tema de diciembre es: ...aquella Navidad, de niño.
Podéis leerlo publicado aquí.
Voy rápidamente para allá, Sara.
ResponderEliminarBesitosss
¡Gracias por pasarte a leer! Besos.
EliminarMe gustó el blog. Lo pongo en mi listado de blogs amigos. También te dejé un comentario en la Blogoteca. Un saludo. Manuel
ResponderEliminarHola, Manuel. Gracias por tu comentario allí y por esta nueva visita a mi blog. ¡Mucha suerte en la Blogoteca!
EliminarUn saludo.
Ya te he visitado en tu entrada de ENTC, y me llevé una agradable sorpresa, con ese texto sencillos y bien expresado que materializa el "cambio" a otro estado diferente.
ResponderEliminarUn beso Sara y suerte en Diciembre.
Gracias Laura por ambos comentarios.
EliminarBesos.
Vooooy :-)
ResponderEliminarMuy bueno...
ResponderEliminar¡Saludos!
Y al saberse tan mayor con la verdad en su mente, contorneó sus ojos y vio en su reflejo como en su cara brotaba una barba blanca. Todos llevábamos un Papa Noel en nuestro interior dispuesto a regalar ilusión.
ResponderEliminarUn besote, que aunque lo pueda parecer, no te olvido.