miércoles, 27 de noviembre de 2013

Fobias

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. Marcelo desplegó la cortina de la ventanilla con la intención de opacar totalmente la luz. “Fotofobia” le dijo excusándose a la señora que se sentaba a su lado. “Claustrofobia” replicó ella, al tiempo que inclinaba su voluminoso cuerpo sobre él para abrir la cortina y poder ver la amplitud del cielo. Así continuaron largo rato batallando —cierro, abro;  cierro; abro—; y no se quedaron ambos a gusto hasta que se hizo de noche, y el avión se estrelló en campo abierto. 

(foto propia)


12 comentarios:

  1. Las peleas siempre terminan mal.
    Cariños....



    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y más si las peleas son a esas alturas :-)
      Un abrazo, Oriana.

      Eliminar
  2. Ummm!!!, que imagen, espuma, algodón, lana.....un lecho de auténtico vacío.

    Como siempre, una imagen cuya inspiración es nada previsible.

    Saludos
    Marinela

    ResponderEliminar
  3. En éste caso se cumplió el presentimiento
    Muy bueno
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces lo malo es una ilusión, y es nuestra desmedida reacción al miedo lo que propicia el desastre.
      Gracias, María.
      Un saludo.

      Eliminar
  4. Nunca se sabe qué palabras nos inspirarán las imágenes. Y viceversa :-)

    Un saludo, Marinela.

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno el final. A vecs los miedos provocan los resultados. La suma de sumandos sumados quedaron, sobre un campo abierto y oscuro.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Si es que no merece la pena pelear por naderías, que la muerte acecha tras cada cortina ;))

    Abrazo!

    Susana.

    ResponderEliminar
  7. ¿Realmente hacía falta estrellar el avión? Así te quedarás sin personajes secundarios enseguida.

    ResponderEliminar
  8. Buen relato Sara, el único misterio por resolver es cual era la fobia del piloto...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Uhhh, qué final. Inesperado. Y los protagonistas que se olvidaron de dialogar (¿quizás en el Más Allá?). Saludos :)

    ResponderEliminar
  10. Muy bueno, Sara. Evidentemente, la aerolínea seguía la premisa de que el cliente siembre tiene la razón y a los dos les dio el gusto... claro está, de la manera más impensada.

    Cariños, Mariángeles

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tus comentarios.